Una Europa con más «músculo»

Los medios de comunicación de toda Europa se han hecho eco estos últimos días de la decisión del Parlamento danés de retirar un vídeo de animación en el que un personaje que se hace llamar “Voteman” intenta persuadir a base golpes a los ciudadanos para que acudan a votar en las elecciones europeas.

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Dejando a un lado la polémica relacionada con el contenido violento y sexual explícito del vídeo, lo cierto es que el “músculo” del que hace gala este particular “antihéroe” europeo me ha parecido revelador, e incluso inspirador, en todo lo relacionado con un proyecto de integración europea que no acaba de “sacar músculo” para atraer el interés de la ciudadanía por todo lo que allí se maneja y decide, y para, de alguna forma, lograr que cambie la percepción que finalmente tenemos de la influencia que todo esto tiene en nuestras vidas.

Europa puede sacar pecho de muchos logros, de muchas “historias de éxito” (como gusta de usarse en el argot de la comunicación institucional); y no es menos cierto que le falta ganar en masa muscular en muchas facetas.

El complejo tejido comunitario puede sin duda salir reforzado si centramos el futuro, y el reconocimiento de los éxitos logrados, en ocho puntos clave: en algunos somos ya muy fuertes; en otros tenemos mucho que mejorar, pero son, sin duda, los caminos que nos pueden conducir a una unión política exitosa y próspera, y por qué no, de la que todos podamos estar bien orgullosos.

La Juventud. Toda una generación que ha nacido, crecido y se ha formado bajo la bandera de la Unión Europea. Y, sin embargo, en los jóvenes encontramos los mayores índices de abstención en las elecciones europeas. La exitosa realidad de los programas comunitarios de intercambios, voluntariado, prácticas, primera oportunidad laboral, y Erasmus (la joya de la corona con más de tres de millones de estudiantes que desde 1987 han elegido esta beca para estudiar en el extranjero) choca, sin embargo, con un desempleo juvenil alarmante. Todo lo que iniciativas como Erasmus han hecho por fomentar la identidad y el sentido de ciudadanía europea puede perderse si esta Europa no es capaz de ofrecer un futuro a sus jóvenes.

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Los nuevos Estados miembros. En 2004, tuvo lugar la mayor ampliación de la historia de la UE, con diez nuevos países de la Europa central y del este. Aquello se vendió como una Europa definitivamente reunificada tras la división impuesta por la Guerra Fría, y como un futuro lleno de libertad, democracia y esperanza para estos Estados antaño bajo el telón de acero. La Europa reunificada también obtendría, según decían, un mayor peso político en el mundo. Pero lo cierto es que se ha hablado más de “ampliaciones indigestas”, de algunos Estados cuyas políticas no acaban de encajar en los valores el Club europeo (véase Hungría o Polonia); incluso de ciudadanos europeos de segunda clase (léase los rumanos y búlgaros). Lo cierto es que Europa tampoco acaba de cuajar en los Estados de las últimas ampliaciones: los porcentajes más bajos (casi alarmantes) de abstención se dan precisamente en ellos. Culminar la ampliación con una verdadera integración es una tarea pendiente.

La Paz. Sí, la Paz. Los años de integración europea han significado el periodo más largo de paz conocido en el Continente. Es para estar orgullosos, pero no por ello es un objetivo que precisamente podamos tachar de entre las tareas de la UE. Miren si no lo que está pasando en Ucrania. Ello también nos recuerda que Europa sigue siendo un enano político, en especial en lo que se refiere a las políticas de Defensa y Exteriores. Hete aquí un ámbito donde tenemos que aumentar masa muscular.

La cohesión y la solidaridad. La política regional de la UE, desde sus orígenes en el Tratado de Roma, es otra de esas que decíamos “historias de éxito” y el gran “músculo” del presupuesto comunitario. El objetivo de esta política no es otro que mejorar la cohesión económica, social y (desde Lisboa) también territorial de la UE. La cohesión es la mayor y mejor expresión de la solidaridad intraeuropea con los países y regiones menos desarrollados. Durante el periodo 2014-2020 la UE invertirá nada menos que 351.000 millones en las regiones. Durante sus primeros 20 años en la UE, España recibió más de 100.000 millones de euros de estos fondos. Que el presupuesto comunitario no se constriña en este ámbito es fundamental para asegurar una política de inversiones en toda la UE que cree empleo, que mejore la competitividad, la calidad de vida y un desarrollo sostenible.

Mejorar la gobernanza europea. Más democracia y participación ciudadana. El concepto de “gobernanza”, acuñado por la Comisión Europea en lo referente a la construcción de políticas y leyes en un marco institucional y de intereses tan complejo como el comunitario, tiene que ver esencialmente con: apertura y transparencia a la hora de comunicar (mejor) las decisiones; implicar más a los ciudadanos en la elaboración y aplicación de las políticas; eficacia para obtener los resultados esperados cuando se aplica una legislación; coherencia en el complejo y amplio puzle legislativo de la UE; y compromiso en un debate más amplio que atañe a la gobernanza mundial.

En la gobernanza europea es también clave el concepto de “subsidiariedad” (tomar las decisiones de la forma más próxima al ciudadano), donde juegan un papel importante y deben seguir jugándolo a la hora no solo de implementar las políticas (también de elaborarlas) las administraciones regionales y locales. Es necesario encajar bien las piezas de la gobernanza multinivel europea y que la cosa funcione, es decir, que los ciudadanos obtengan los resultados esperados con la legislación (el 80% de todo lo que se incorpora en nuestro ordenamiento jurídico) que viene de Bruselas.

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Pero no solo es una cuestión de calidad, sino también de legitimidad. Reforzar el poder legislativo del Parlamento Europeo es y ha sido vital. Lisboa fue aquí decisiva con la definición de la “codecisión” como procedimiento legislativo ordinario (la Eurocámara decide, en un procedimiento a doble vuelta, en pie de igualdad con el Consejo) y la ampliación de los poderes presupuestarios del Parlamento Europeo. También lo fue (hablábamos antes de la participación ciudadana) con la Iniciativa Legislativa Europea. Dar “músculo” al Parlamento Europeo y a los derechos de la ciudadanía europea es ir en la buena dirección.

La Europa social. La gran asignatura pendiente de la integración europea, que se ha puesto aún más de manifiesto con la crisis y las deleznables políticas de austeridad. El aumento de la pobreza y la exclusión social es alarmante dentro del conjunto de la UE. Sin duda es uno de los objetivos principales para los próximos cinco años que se ha impuesto la Comisión Europea: sacar a 20 millones de europeos de la pobreza. No nos olvidemos de anclar los derechos sociales, entre los más importantes, la sanidad gratuita y universal.

La igualdad. Junto con la lucha contra la exclusión y la pobreza, otro de los objetivos de la UE, recogido en los Tratados y la Carta de Derechos Fundamentales. Eliminar las discriminaciones de cualquier tipo (sexo, raza, religión, orientación sexual, edad…). Avanzar en las medidas de acción positiva (cuotas en listas electorales y consejos de administración de las grandes empresas). Reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres (8.000 euros/año de media en la UE). Y tener por fin una directiva común antidiscriminación, con una protección amplia y para diversos colectivos. Entre ellos la población LGTB, que sigue siendo víctima de discriminación y crímenes de odio. Alarmante en este sentido el último informe de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, que determinó que el 80 por ciento de los estudiantes homosexuales se sentía amenazado en su centro.

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Más Europa. Y toda esta Europa con “más músculo” que queremos construir tiene que ser una Europa donde la soluciones para problemas comunes se encuentren en esfuerzos compartidos. La idea de “más Europa” no es otra cosa que una mayor integración, mayor cesión de soberanía nacional, para cuestiones que en un mundo cada vez más globalizado e interconectado solo pueden encontrar respuesta en la cooperación supranacional. Solo así tendremos instituciones comunes que puedan dar una respuesta adecuada, rápida y eficiente a todo aquello que afecta y preocupa en la vida de más de 500 millones de europeos.

Ésta es, esencialmente, la Europa en la que creo: la que ofrece un futuro a los jóvenes; la Europa inclusiva y que apuesta por una igualdad sin fisuras; la que no desprecia los motores que siempre han guiado al europeísmo; la Europa que es también crítica con los desaciertos, con ese camino que está incompleto, pero que solo podemos recorrer juntos dentro de un marco más solidario; la Europa que entiende que su “músculo” está en la ciudadanía y en la democracia para progresar.

Europa y la participación ciudadana

13998443005137Esta mañana, el diario El Mundo nos acercaba una noticia ciertamente sorprendente para muchos: «La Junta Electoral prohíbe que la UE inste a los españoles a votar». Con ello, impide que las Representaciones en España de las instituciones europeas realicen algún tipo de campaña animando a los ciudadanos a acudir a ejercer su derecho, utilizando imágenes como una urna o el eslogan «vota». Una decisión que nos convierte en el único país de la UE donde no habrá campaña institucional, dejando esa labor en manos de los partidos políticos. El «derecho a la abstención» se contrapone aquí al esfuerzo iniciado en anteriores comicios por el Parlamento Europeo, realizando campañas institucionales en toda Europa para promover que los ciudadanos de la UE ejerzan un derecho fundamental de la participación política en la arena comunitaria: elegir a sus representantes en la Eurocámara.

La elección del Parlamento Europeo por sufragio universal directo fue una realidad gracias al primer «hito» registrado para promover la participación de la ciudadanía europea en un proyecto de unificación en el que en sus primeras décadas primó la confianza depositada en las élites políticas europeas por una ciudadanía que no fue consultada. El Acta Electoral de 1976 lo hizo posible, para desde 1979 contar con eurodiputados elegidos y no designados. Desde entonces, los derechos de participación asociados al estatus de la ciudadanía europea han aumentado al tiempo que crecía la preocupación por la desafección hacia los «asuntos europeos», siendo los índices de abstención en las elecciones europeas una buena muestra.

El «empoderamiento ciudadano» han sido un hecho en la evolución de las últimas décadas de la integración europea, no tanto, es obvio, por los niveles implicación de la ciudadanía, sino más bien por el aumento constante de la oportunidades de participación. El esfuerzo de las instituciones europeas ha sido notable para «engordar» el haz de derechos de la ciudadanía europea, así como la capacidad de estas mismas instituciones para realizar una «escucha activa» de lo que reclaman los ciudadanos a la hora de legislar, mejorar la transparencia en la toma de decisiones, y, en definitiva, hacer una política más cercana y mejor.

Europa y la participación ciudadana llevan un largo camino recorrido, que comenzaba con ese Acta electoral europea de 1976 como primer «hito» y se consolidaba en los noventa con la creación de la Ciudadanía de la Unión, incorporada en el articulado del Tratado de la Unión Europea, firmado en Maastricht. El TUE sujeta el acceso a la ciudadanía europea a la posesión de la nacionalidad de un Estado miembro, otorgando una serie de derechos en torno a la libertad de movimiento, el ejercicio del voto y la protección jurídica: derecho a la libre circulación y residencia en el territorio de la UE; derecho a votar y ser elegido en las elecciones al Parlamento Europeo y en los comicios municipales para los nacionales comunitarios en el Estado miembro en el que residan; derecho a la protección diplomática y consular en un Tercer País por parte de las autoridades de otro Estado miembro, si su país carece de representación en tal Estado; derecho de petición ante el Parlamento Europeo, y derecho a dirigirse ante el Defensor del Pueblo.

El Tratado de Amsterdam (1997) añade ciertas modificaciones en lo que se refiere a la conceptualización y contenido de la Ciudadanía de la Unión. En primer lugar, define el vínculo de ésta con la ciudadanía nacional («complementaria y no sustitutiva»); en segundo término, aunque no incorporado de forma explícita al articulado de la Ciudadanía de la Unión, se concede el derecho a acceder, bajo determinadas condiciones, a los documentos de las instituciones europeas.

No cabe duda que a partir de Maastricht el vínculo jurídico creado entre la Comunidad y los nacionales de los Estados miembros, a través del estatus de la ciudadanía europea, implican una especie de tránsito vital desde la «Europa de los trabajadores» (sujetos económicos), diseñada en los Tratados constitutivos, hacia la «Europa de los ciudadanos» que se proyecto en el futuro.

Algunos años después, en la reforma de Lisboa, la última aplicada a los Tratados comunitarios, y que entró en vigor en diciembre de 2009, el derecho al sufragio activo y pasivo, que pasó a integrar el contenido material de la Ciudadanía de la Unión tras Maastricht, adquiere ahora rango de derecho fundamental, con la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE.

Fue en Lisboa cuando otro gran avance democrático se incorpora a la hora de elaborar las políticas comunitarias: la Iniciativa ciudadana europea. La ECI es una herramienta importante introducida para fomentar la participación ciudadana y fomentar al mismo tiempo el crecimiento de la sociedad civil europea. Con la recogida de un millón de firmas, de al menos ciudadanos de siete Estados de la UE, se puede reclamar a la Comisión Europea que legisle sobre una materia concreta de su competencia. Gracias a ello, se está promoviendo legislación comunitaria en distintos ámbitos, tales como la educación, el medio ambiente, los medios de comunicación, telecomunicaciones, empleo o agua/saneamiento, esta última una iniciativa ciudadana que ya ha recibido respuesta por parte la Comisión Europea.

Las distintas iniciativas ciudadanas comenzaron a moverse a partir de 2012, por lo que está por ver la verdadera incidencia que sobre las políticas comunitarias tendrá esta herramienta. Lo cierto es que promover una «sociedad civil europea» ha sido desde hace más dos décadas un objetivo importante dentro de los programas e iniciativas comunitarias. Un buen ejemplo son los programas de fomento de la participación ciudadana y de apoyo a los actores de la sociedad civil europea, incluidos los destinados al ámbito de la Juventud europea (oportunidades de aprendizaje, voluntariado, etc, ahora recogidos en el gran programa Erasmus +) o los también muy conocidos hermanamientos de ciudades (Town Twinning)

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Estas iniciativas destinadas a dar dinamismo a la sociedad civil europea buscan avanzar en la consolidación definitiva de la condición de «Ciudadano de la Unión» y en el desarrollo de una «identidad colectiva» para los europeos. El afianzamiento de una política comprometida en este ámbito, que promueva un verdadero debate público europeo en torno a las cuestiones comunes que nos afectan y que implique a los ciudadanos en mayor medida en el proceso de toma de decisiones (directamente, o través de interlocutores sociales y organizaciones de la sociedad civil, ONG, etc.) es fundamental para acercar a los europeos a una Unión Europea que se presente cada vez más accesible, cercana, transparente, abierta y democrática.

En este sentido, las consultas públicas que realiza la Comisión Europea cada vez que se dispone a proponer una nueva legislación son un buen motor de fomento de la participación ciudadana. El objetivo de estas consultas no es otro que mejorar la gobernanza europea, legislando mejor atendiendo el mayor número posible de intereses. Ciudadanos, empresas y cualquier organización con interés en un asunto o conocimiento especializado pueden colaborar en la elaboración del proyecto de legislación que la Comisión después presenta al Parlamento Europeo y al Consejo. Se convierte así en un instrumento importante para participar en la elaboración de las políticas comunitarias. Todo ello se hace además de forma transparente, algo que es fundamental en el juego de intereses.

Una de las mayores consultas puestas en marcha por la Comisión fue precisamente la lanzada el 9 de mayo de 2012 sobre los obstáculos que se encuentran los ciudadanos para ejercer sus derechos en la UE. Dicha consulta dio lugar en 2013 a un Informe sobre la ciudadanía de la UE, que proponía, entre otras medidas:

  • Ampliar más de tres meses el derecho de las personas que buscan empleo a recibir la prestación de paro en su país de origen mientras buscan empleo en otro país de la UE;
  • Aclarar la normativa de los periodos de prácticas, para evitar la explotación de becarios con trabajo no remunerado;
  • Facilitar el reconocimiento de los documentos de identidad y residencia en distintos países de la UE;
  • Crear una tarjeta de discapacidad común para toda la UE;
  • Mejorar las normas para resolver litigios transfronterizos al hacer compras por internet;
  • Crear una plataforma online que permita comparar los precios de productos digitales a la venta en toda la UE;

Los derechos con los que cuentan los ciudadanos europeos cuando viajan, trabajan, buscan trabajo, residen o compran en otro Estado miembro son, por tanto, mejorables, así como el propio conocimiento que tenemos de estos derechos. Fue por ello que 2013 fue declarado Año Europeo de la Ciudadanía en la UE, coincidiendo con el 20 aniversario de la creación de la Ciudadanía de la Unión. Este año estuvo centrado, con distintas campañas y actividades, en que los ciudadanos conocieran sus derechos como miembros de la UE, así como proyectar un debate sobre cómo debería ser la UE en el futuro para responder a sus expectativas. Las actividades de este Año Europeo se han extendido en los primeros meses de 2014, más centradas ya en los comicios de mayo.

Otro elemento importante para que las instituciones europeas, sus políticos y funcionarios ganen en cercanía y transparencia es poder contactar fácilmente con todos ellos. La Comisión Europea, por ejemplo, cuenta con guías de contactos por cada una de sus actividades, así como de su personal, y los ciudadanos tenemos derecho a recibir una respuesta en nuestra lengua materna. También existen instrumentos como Solvit, donde podemos presentar una reclamación si una administración pública de otro país de la UE no respete los derechos que otorga la UE a los ciudadanos y a las empresas.

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Otro instrumento de transparencia, información y participación son las redes sociales, un medio que los ciudadanos europeos usan cada vez en mayor medida para estar al tanto o contactar con las instituciones europeas. El Parlamento Europeo ha sido sin duda la institución europea pionera por excelencia en el uso de los medios sociales, especialmente desde las elecciones de 2009. Su campaña institucional para promover el voto para estos comicios de 2014 fue lanzada hace ya algunos meses, bajo el lema «Acción. Reacción. Decisión”, conceptos que intentan enfocar ideas como lo “decisivo” de estas elecciones. Una página web, disponible en todos los idiomas oficiales de la UE, centraliza una campaña que anima a la participación en todos los Estados miembros, aunque en España se le hayan puesto cortapisas a la acción institucional de la Representación española.

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Promover el voto en estas elecciones es fundamental, especialmente entre la gente más joven, que es donde se encuentran los más altos índices de abstención. Esta labor institucional, no politizada (o secuestrada por la partitocracia) es más que necesaria.

Elecciones europeas: ante el abismo de la abstención #EP2014

Si hay una cuestión que preocupa en el seno del Parlamento Europeo de cara a las próximas elecciones es sin lugar a dudas la abstención. Preocupa y con razón. Porque, a pesar de los esfuerzos por transmitir la idea de que estas elecciones son «diferentes» (que lo son); a pesar de nos estamos jugando el futuro de Europa y de que las mayorías que se formen en la próxima Eurocámara  decidirán cuál será la respuesta europea a la crisis y los caminos que emprenderemos hacia la recuperación económica; a pesar de todo lo que nos jugamos, puede que el desapego hacia la política en general y la indiferencia hacia la europea en particular, acaben haciendo mella en números de participación que ya han sobrepasado con creces en anteriores citas todas las líneas rojas por haber.

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Lo cierto es que es difícil aventurar porcentajes de participación alentadores, vistos los precedentes: uno de cada dos europeos no va a votar. Las cifras son especialmente críticas en los nuevos Estados miembros, mejores en la Europa de los Quince, y muy buenas solo en Estados en los que el voto es obligatorio. ¿Qué pueden, por tanto, ofrecer estos comicios de 2014 para romper con los clásicos esquemas del abstencionismo? Algunas cosas, veamoslas.

1.- «Los temas que me preocupan no son competencia de la UE». Tradicionalmente, los ciudadanos europeos han percibido que los temas que les afectan en mayor medida o que más les preocupan no se manejan fundamentalmente en Bruselas. Así lo atestiguan distintas encuestas del Eurobarómetro a largo de las últimas décadas. Por poner un ejemplo, solo en políticas relacionadas con el medio ambiente (una preocupación recurrente pera baja en la escala) la UE juega un papel predominante a la hora de legislar. Incluso el desempleo, o la situación económica general (que son preocupaciones principales) no suelen asociarse a la política europea, por mucha política monetaria y actuaciones del BCE. Por tanto, estas elecciones han sido consideradas como de «segundo orden», es decir, de menor importancia que las nacionales, regionales y locales, ante la percepción general de la ciudadanía de que la actividad política de las instituciones domésticas tiene más impacto en sus vidas.

Es evidente que el contexto de crisis económica puede haber hecho saltar por los aires estas percepciones. Se ha hablado, y mucho, de Bruselas, a la hora de aplicar medidas de austeridad, rescates, y en general, actuaciones que afectan a la situación económica general de un país. Lo que ofrecen estas elecciones, en las distintas opciones políticas, es elegir un programa europeo de respuesta a la crisis y los pasos que vamos a dar los próximos cinco años para devolver el bienestar y la prosperidad al Continente. Nada menos. Por suerte, la mayoría de opciones políticas ofrecen al menos eso: una «respuesta europea»; profundizar en la integración (por ejemplo, la unión bancaria y fiscal) para solucionar nuestros problemas.

2.- Poca información sobre la Unión Europea. El déficit de información ha sido tradicionalmente otra explicación a la elevada abstención en los comicios. Un buen ejemplo de esta desinformación lo encontramos en la negativa correlación entre el aumento de poderes del Parlamento Europeo y la participación registrada en sucesivas citas electorales. Ello se explica porque, sencillamente, la gran mayoría de los ciudadanos desconocían estos avances democráticos. Paradójicamente, las elecciones al Parlamento Europeo (pilar democrático de la UE) no han hecho sino aumentar la visibilidad del déficit de legitimidad que sufre la integración europea y su entramado de tomas de decisiones.

En general, si desde el inicio de la integración europea se ha atestiguado en estudios de opinión pública un apoyo generalizado al proceso, o a la pertenencia de su país a la Unión entre los ciudadanos de los distintos Estados miembros, dicho apoyo, en el pasado ha sido más bien pasivo, desinformado y carente de cimientos identitarios. Hablamos de un apoyo «instrumental», que se sustenta en los beneficios que se han percibido de estar dentro del Club.

La crisis económica puede haber trastocado también este apoyo tácito, este consenso pasivo. La duda es si se transformará en mayor desapego o en un revulsivo (aún crítico), en una especie de «disenso activo». El euroescepticismo no ha sido en los anteriores comicios un factor a tener muy en cuenta en el conjunto de la UE para determinar la decisión de ir o no a votar. Quizá esta vez pueda serlo. Aunque también puede darse el hecho de que este «amargo» despertar de la conciencia europea se transforme en una oportunidad (idea apuntada por el filósofo alemán Habermas) para darnos cuenta de que compartimos un destino común.

3.- El tercer gran escollo que han tenido que superar las elecciones europeas es la falta de atractivo. No elegimos un Gobierno ni existe, por tanto, la expectativa de alternancia política, que es vital en el juego democrático. Hasta ahora, no podía existir la expectativa de que el resultado de las elecciones europeas condicionara de verdad las políticas europeas.

Por ello, puede que sea un gran revulsivo para despertar el interés por los comicios que, por primera vez, tengamos candidatos a la Comisión Europea haciendo campaña europea, presentando sus programas europeos, y teniendo debates de dimensión europea. Ahora sí, la conformación política del nuevo Europarlamento que salga en mayo estará conectada con la persona que dirigirá los destinos del ejecutivo europeo, sometido a un mayor control democrático por la cámara de representantes. Véase http://www.debatingeurope.eu/

Será también importante el nuevo papel otorgado a los partidos políticos europeos, hasta ahora meros espectadores en la auténtica toma de decisiones, que ha dado más protagonismo a los ejecutivos, a través del Consejo de la UE y de las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno. Hasta ahora, sin ir más lejos, los partidos políticos transnacionales no podían participar en una campaña de referendum que afectara a temas comunitarios. El déficit de fuerzas políticas europeas ha minado en la historia de la UE su capacidad para fomentar la participación ciudadana, y ser vehículos de la voluntad popular. Sin olvidar su poder de influencia y de control de los ejecutivos.

Quizá con este nuevo marco que nos presentan las elecciones europeas de 2014 podamos hablar del resurgir de un liderazgo político europeo que hasta ahora ha estado ausente, y ha motivado también el abstencionismo. Para que Europa salga de ésta y afronte su futuro a largo plazo se necesita nervio y arrojo político, líderes que miren más allá de unas elecciones. Puede que se esté dibujando alguno, aunque aún lo veamos un poco borroso.

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Notas:

  • De estas cuestiones relacionadas con la abstención hablará un programa especial que emitirá Radio Euskadi el próximo lunes 12, desde las 06h hasta las 08.30h, y para con el que he colaborado con algunas declaraciones. Podéis escucharlo en directo a través de http://www.eitb.com/es/radio/ 
  • Fuente datos de participación (gráfico): Eurobarómetro postelectoral 2009

 

Estado del bienestar: un debate mal planteado

Hoy reproducimos en el blog un artículo publicado en América Economía que nos ha parecido realmente interesante sobre una cuestión que está situada en el centro del debate sobre las repercusiones de la crisis económica en Europa. ¿Es posible continuar con el modelo de Estado del bienestar que conocemos en el Continente hasta ahora? El autor de esta reflexión, Héctor Casanueva, director del Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa (Celare), advierte de las consecuencias sociales desastrosas de un «debate mal planteado» y toma el modelo Europeo como referencia para esta cuestión en América Latina.

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El reciente discurso del rey de Holanda ante el Parlamento, en el que señala la insostenibilidad del “clásico Estado del bienestar” y su sustitución por una “sociedad participativa”, ha caído como agua de mayo a los euroescépticos y a la derecha del Estado minimalista en Europa y también por estos lados. Curioso, además, que lo plantee un monarca en un país gobernado por la socialdemocracia, que es el cuarto del mundo en el Índice de Desarrollo Humano, tiene un desempleo en torno al 7% y un per cápita de US$46.000. ¿Qué queda entonces para España o Grecia? ¿Y para nosotros?

Desde que la crisis de 2008 comenzó a poner en evidencia los problemas financieros de los países europeos, se volvió a instalar con mucha fuerza el debate iniciado hace tres décadas por el thatcherismo, acerca del modelo de protección social característico del viejo continente, llamado “Estado del bienestar”, y que es indisociable del proceso de integración de Europa, basado en solidaridad, paz y cooperación.

Si queremos despejar el tema central y de fondo, cual es el rol del Estado en la sociedad, creo del caso hacer algunas consideraciones para aportar al necesario análisis del tema, justamente cuando en Chile y otros países se avanza en sistemas de protección social que tienen como referente la experiencia europea, con la ventaja de que podemos observar sus fortalezas y debilidades en medio de una crisis que no estamos sufriendo.

Las dificultades para asegurar su financiamiento, con los consiguientes recortes presupuestarios en las prestaciones, así como los efectos del reto demográfico, entre otros factores, pero especialmente la crisis de empleo, especialmente juvenil, generan una distorsión en este debate. Por un lado se considera que la crisis es consecuencia del modelo, y por otra quienes la sufren exigen que el Estado no sólo mantenga, sino intensifique las políticas de protección social, pese al problema real de financiamiento público, producto a su vez, de una pérdida de competitividad de las economías europeas, incapaces de crecer y crear empleo.

La discusión sobre el modelo se ha trasladado con cada vez mayor intensidad a América latina, donde se han ido alineando tres posiciones: una de derechas, muy crítica del modelo europeo y que coincide en atribuir al mismo su crisis financiera, con la consiguiente advertencia de que no se nos ocurra adoptarlo, abogando por políticas asistenciales muy acotadas y una protección social centrada en la responsabilidad individual; otra, de izquierdas, que aboga por un Estado fuerte y protector, muy presente en los distintos frentes de la vida económica y social, con importantes dosis de populismo, y muy riesgoso en términos de estabilidad económica. Y una tercera que podríamos llamar de centroizquierda, cuyo planteamiento es de un Estado que asegure una protección social universal básica en educación, salud y pensiones, debidamente financiada a través del crecimiento económico y políticas fiscales responsables.

Si queremos despejar el tema central y de fondo, cual es el rol del Estado en la sociedad, creo del caso hacer algunas consideraciones para aportar al necesario análisis del tema, justamente cuando en Chile y otros países se avanza en sistemas de protección social que tienen como referente la experiencia europea, con la ventaja de que podemos observar sus fortalezas y debilidades en medio de una crisis que no estamos sufriendo.

Lo primero es distinguir entre «Estado del bienestar» y «Estado benefactor», pues no significan lo mismo. El primero, implica una responsabilidad que debe asumir el Estado como garante del bien común, en una concepción solidaria de la organización social, para hacerse cargo como sociedad de garantizar estándares mínimos de calidad de vida a toda la población, dadas las inequidades que inevitablemente se generan en el cuerpo social por la sola aplicación de las leyes del mercado. Lo segundo, que es a lo que se dirige la crítica de la derecha más consciente, implica una deformación y extralimitación del concepto anterior, ya que traspasa solamente al Estado las responsabilidades de la propia vida, y ello evidentemente no solo implica una injusticia, sino un adormecimiento de las capacidades de emprendimiento, con las consecuencias de pérdida de productividad y competitividad general, además de ser insostenible financieramente.

A esto último es a lo que se refirió el rey de Holanda, y a lo que se refieren muchos partidos y líderes europeos, CDU incluida, que necesariamente debe ser reformado, avanzando hacia la necesaria “co-responsabilidad” en el bienestar, pero en ningún caso se debe interpretar como el llamado al abandono de una política social que está en la raíz y el fundamento mismo de este modelo.

Hace unos meses, la ministra de asuntos sociales de Francia, Mme. Marisol Touraine, en un interesante coloquio en la Universidad Central de Chile, nos afirmaba categóricamente que el Estado del bienestar no estaba en discusión, sino su financiamiento. Y así como el rey holandés plantea una «sociedad de la participación», para connotar esa co-responsabilidad en el bienestar social, Felipe González y otros líderes plantean el concepto de una «sociedad del bienestar», pero todos apuntando a lo mismo.

En América latina estamos entrando en un largo período electoral, empezando por Chile en noviembre, y seguido de varias elecciones presidenciales en otros países entre 2014 y 2015, que se dan en momentos en que la economía mundial, especialmente asiática, parece ralentizarse, parece muy oportuno que los programas de las candidaturas tomen en consideración este debate y la experiencia europea, y adopten las propuestas más adecuadas a cada realidad para asegurar políticas públicas apropiadas.

¿Qué Europa queremos y por qué? #parlamentar2013

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Entre el 3 y el 4 octubre, la Oficina del Parlamento Europeo en España nos reunió a un grupo de blogueros, tuiteros y comunicadores «europeos» en La Granja (Segovia) para debatir sobre las inminentes elecciones europeas.  Unos comicios que se espera sean claves para el futuro de la Unión Europea, especialmente si, entre todos (instituciones europeas, gobiernos de distintos niveles, partidos políticos y, por supuesto, también los ciudadanos), somos capaces de poner los mimbres necesarios para ese tan esperado debate de dimensión europea. Digo «tan esperado» porque, a pesar de que es evidente el hecho de que los europeos debemos encontrar soluciones comunes a los problemas que compartimos, las campañas electorales para elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo no han dejado de desarrollarse tradicionalmente en clave nacional (una suerte de examen a medio plazo, como todos sabemos, para los partidos nacionales de turno en el poder).

Fue éste un tema recurrente (el del debate nacional-europeo en las elecciones comunitarias) durante los dos días que compartimos en La Granja y sobre el que pudimos charlar extensamente con dos eurodiputados, María Irigoyen (Socialistas y Demócratas Europeos) y Pablo Zalba (Partido Popular Europeo). Lo fue también la cuestión de cómo comunicar mejor el mensaje europeo para conectar con la ciudadanía, especialmente a través de las redes sociales, donde las instituciones europeas están absolutamente volcadas desde los comicios de 2009; para ello nos acompañó Bárbara Quílez, coordinadora de RRSS del Parlamento Europeo, así como expertos en e-comunicación como Mario Tascón y Alberto Ortíz de Zárate.

BVqlezTIMAAmvn7Comenzamos el encuentro, en la tarde del jueves 3, con la compañía de la eurodiputada María Irigoyen, que comenzó su intervención recordando la tragedia de Lampedusa, de la que nos estaban llegando noticias en esos momentos. Me gustó especialmente su mensaje, muy centrado en esa Europa que queremos construir, pero no de cualquier forma, sino «una Europa que coincida con nuestros ideales de progreso». Ello nos retrotrae (¿por qué será que ahora vemos estas ideas tan lejanas?) a la imagen de la «Europa social» (esa igualmente tan esperada Europa social); esa Europa de los valores y los derechos humanos, y que se erige (o eso se espera de ella) en foco de estos ideales en todo el mundo. Si perdemos Europa renunciamos a algo tan fundamental como eso (lo que nos espera es el nacionalismo, los egoísmos, la ausencia de solidaridad….); pero, ¿no nos estamos perdiendo ya nosotros mismos en esta deriva de los últimos años?

El trágico naufragio frente a la costa de la isla italiana de Lampedusa es una de las caras más negras de esta deriva de insolidaridad, indiferencia y desencuentro entre las distintas visiones sobre la Europa que queremos, en este caso sobre la política de inmigración. Ver las fronteras de Europa convertidas en cementerios para personas que huyen del hambre y la guerra es el fracaso más rotundo para los ideales europeos de solidaridad y humanidad. ¿Queremos de verdad esa Europa que se repliega sobre sí misma, como una fortaleza y muestra indiferencia o es incapaz de actuar ante legislaciones y actuaciones xenófobas? ¿Cuántas categorías de ciudadanos-personas seremos capaces de asumir? Porque ya dejamos claro que no es igual un francés que un gitano rumano; Porque ya permitimos que Berlusconi impusiera una legislación en el corazón de Europa que impedía ayudar o socorrer a un inmigrante en situación administrativa irregular; porque ya les dejamos sin asistencia médica en España…

En realidad, el status de la ciudadanía europea (sujeta a los nacionales de los Estados miembros) no ha creado sino nuevas formas de exclusión, e incluso ¿un «apartheid» europeo? La crisis económica es el caldo de cultivo ideal para reforzar estas desigualdades. Pareciera que ciertos conceptos, derechos, pierden peso en la balanza ante lo fundamental, o lo que se entiende como fundamental, y se refuerza muy especialmente esa dicotomía esencial en toda construcción de la identidad: «nosotros» y los «otros»….

15365_lgtb_He comentado antes que se espera de Europa que sea un «foco» de valores y de derechos humanos ante del resto del mundo. Pero, ¿están los derechos humanos en la agenda de las instituciones europeas a la hora de establecer relaciones bilaterales con otros países del mundo? Le consulté expresamente a nuestra eurodiputada por la deriva homófoba de Rusia y las graves vulneraciones de los derechos humanos del colectivo LGBT que se están dando en este país. ¿Qué puede hacer Europa? Lo cierto es que esta cuestión será tratada, por fin, esta semana en el pleno del Parlamento Europeo, en el que se preguntará a la Comisión que aclare si ha seguido sus recomendaciones y ha tratado este asunto con el gobierno ruso en la última cumbre UE-Rusia y en la reunión del G-20. Seguiremos mañana miércoles este debate con atención…

Si la esencia del proyecto europeo fue uno de los temas centrales de la reunión, no lo fueron menos las expectativas políticas de los próximos comicios que se celebrarán en mayo de 2014. ¿Está la cuestión europea lo suficientemente «madura» para POLITIZARSE? Es uno de los grandes interrogantes que rodea a estas elecciones europeas y una pregunta clave para analizar y pronosticar tanto una mayor y más informada participación ciudadana en los comicios, como el desarrollo de una campaña que responda a las expectativas más europeístas ¿vamos a poner sobre la mesa, al fin, nuestra visión del futuro de Europa, las distintas respuestas políticas a nuestros problemas comunes? Bajo mi punto de vista, este asunto de la «politización» de Europa tiene una vertiente positiva y otra negativa: la negativa (y ahora lo explicaré con más detalle) es que esta politización puede ir de la mano de un mayor sentimiento antieuropeísta; la positiva, es que los partidos políticos europeos (uno de los grandes déficits de la arena política comunitaria) cobren un mayor protagonismo, y consigan ser vehículos de la voluntad popular así como la participación ciudadana.

no-to-eu_thumb1Y ahora explico el por qué de esa «amenaza» antieropeísta, que cobra especial importancia con la crisis económica. Fue ya durante el un tanto tortuoso proceso de ratificación de Maastricht que algunos analistas identificaron que el proceso de integración europea estaba ya de algún modo politizándose. Aunque no sería una década después, durante el proceso de ratificación del Tratado Constitucional, cuando la cuestión de la oposición popular y política a la UE salta a la palestra pública con toda su fuerza. Los “noes” francés y holandés a la Constitución europea ratifican definitivamente la creciente brecha entre la Unión y sus ciudadanos, a la par que se hace patente que ha “despertado” lo que autores como Van der Eijk y Franklin (2004) denominaron como “the sleeping giant”, es decir, la oposición política hacia la UE.

Van der Fijk y Franklin ponen de manifiesto que la cuestión de Europa está ya de algún modo “madura para su politización”, siendo tan sólo una cuestión de tiempo que los partidos políticos se diferencien unos de otros en “UE terms”. Tradicionalmente, la UE había sido efectivamente despolitizada: no existe la posibilidad de organizar una oposición dentro del sistema, ni tampoco una arena donde hacerlo; no es posible un verdadero debate político, ni la expectativa de alternancia en el gobierno, como tampoco una oposición que pueda apelar a los votos de los ciudadanos en unas elecciones democráticas. De ahí que el hecho de que los Partidos políticos europeos nombren a su candidato a presidente de la Comisión cobre una especial significación en estas elecciones de 2014: la expectativa de alternancia política política es esencial en toda democracia, y vital para despertar el interés de la ciudadanía por el proceso. Hasta ahora, esto no ha existido en la UE, por mucho que elijamos a un Parlamento transnacional cada vez más dotado de poderes legislativos y presupuestarios.

La Educación, como no podía ser de otro modo, salió a colación con frecuencia en el debate desarrollado en La Granja. Con María Irigoyen hablamos de la necesidad de una asignatura común sobre la historia de Europa y del proceso de integración europea, así como sobre el funcionamiento de nuestras instituciones comunes, cuyos contenidos deberían consensuarse a nivel comunitario. Aunque todos sabemos que la educación no es competencia de la UE (solo a modo de «apoyo» o «coordinación»), propuse que la Comisión sí podría realizar una recomendación en este sentido a los Estados miembros. Al final, cuestiones que han emanado de la UE, como las competencias clave para el aprendizaje permanente, han acabado incluyéndose en los curriculum escolares de los países europeos, por lo que no sería descabellado pensar en esta posibilidad.

Con el eurodiputado popular, Pablo Zalba, charlamos también sobre educación, en concreto sobre el programa Erasmus, que recientemente cumplió 25 años de existencia y ha contribuido, como bien apuntó Zalba, a «cohesionar»  la UE y despertar el sentimiento de identidad europea mucho más que ninguna otra política comunitaria. Erasmus, «la joya de la corona» europea, doblará en 2014 su presupuesto, y nuestro eurodiputado apostó además por la posibilidad de que fuera una experiencia obligatoria en el plan de estudios de las universidades europeas.

Con Zalba hablamos igualmente de ese mito sobre el Parlamento Europeo, del que muchos piensan que se ha convertido en una institución en la que colocar de algún modo los «excedentes» políticos nacionales (el denominado «cementerio de elefantes«). Nada más lejos de la realidad, porque hay muchos eurodiputados jóvenes, y otros muchos no tan jóvenes que trabajan con entusiasmo en la política europea, y lo más importante, creen en Europa. Zalba tampoco eludió debates como el de la polémica creada sobre los vuelos en primera clase (reconoció que fue una equivocación y que por ello rectificaron) que desató en redes como Twitter el hashtag «#eurodiputadoscaraduras».

Hablando de hashtags, el creado para nuestro encuentro #parlamentar2013 llegó a ser el segundo tema más comentado (TT) en Twitter en la mañana del viernes 4 de octubre, todo un éxito. Hay que felicitar por ello al estupendo equipo de comunicación y redes sociales (Aitor, Carlos…) de la oficina del Parlamento Europeo en España (que además, emitió en streaming el acto) y por supuesto, a todos los que estábamos allí. Fue estupendo volver a «parlamentar» con «europeístas recalcitrantes» (grande @PacoLuisGRX) como @jjmorante, y @didacgp. Y un placer conocer a otros como @iusufr, @monica_armada, @Iulius_86, @PatriciaGuaspB, @sllaudes, @nemosegu, @Marta_Hdez_Ruiz  y resto de compañeros que participaron en el debate.

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Para finalizar, os dejo con el vídeo resumen del encuentro, no os lo perdáis ¡Hasta la próxima!

(1) Referencia citada:

Van der Eijk, C., & Franklin, M. N. (2004). Potential for Contestation on European Matters at National Elections in Europe. En G. Marks & M. N. Steenbergen (Eds.), European Integration and Political Conflict (pp. 32-50). Cambridge:
Cambridge University Press.

Encuentro «El Parlamento Europeo y las Redes Sociales»

Los próximos 3 y 4 de octubre, el Parlamento Europeo ha convocado a un grupo de bloggers y comunicadores que escriben sobre la UE, en La Granja (Segovia), para celebrar un encuentro en el que se debatirá sobre las inminentes elecciones europeas, las fórmulas de comunicación en Internet para informar e implicar a los ciudadanos en el proyecto europeo, así como sobre temas de especial importancia como el empleo juvenil.

Se trata del segundo de este tipo de encuentros-debate, en el que tendré la suerte de participar junto a otros bloggers y tuiteros «europeos», que volvemos a reencontrarnos «físicamente», gracias a iniciativas como ésta del Parlemento Europeo (la primera fue en Córdoba, allá por diciembre de 2010) o el ya clásico concurso de blogs de la Comisión Europea. Las Redes Sociales (blogs, twitter…) son un instrumento fundamental para crear opinión pública europea, «el punto de encuentro para el debate europeo» (tal y como nos decía en este blog en una entrevista, la responsable de la web en español de la Eurocámara, Bárbara Quílez) y así lo han entendido las instituciones comunitarias.

En este nuevo Encuentro en La Granja, tendremos la oportunidad de debatir estas experiencias precisamente con Bárbara Quílez, además de, entre otros, con los eurodiputados María Irigoyen y Pablo Zalba. El intercambio de ideas será sin duda enriquecedor. Os contaré a la vuelta, y, mientras tanto, desde Twitter con la etiqueta #parlamentar2013

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Elecciones europeas 2014 ¿Por qué esta vez es diferente?

La pasada semana, el Parlamento Europeo dio el pistoletazo de salida a la campaña de información y concienciación de cara a las próximas elecciones europeas, que se desarrollarán en los 28 Estados de la UE entre el 22 y el 25 de mayo de 2014. Es esa ocasión, el lema elegido para el lanzamiento de la campaña ha sido el de «Acción. Reacción. Decisión», conceptos que intentan enfocar ideas como lo «decisivo» de estas elecciones, marcadas por el contexto de la crisis económica y con el futuro del Euro, de Europa, como telón de fondo. Llaman la atención frases como «esta vez es diferente» o «el poder para decidir el futuro de Europa», que acompañan al citado lema central de la campaña. ¿Acaso serán tan decisivas estas elecciones para cambiar Europa? Ésta es la pregunta que nos hacemos y que intentaremos responder en las siguientes líneas…

Las primeras elecciones tras el Tratado de Lisboa: más poder para el Parlamento Europeo

No cabe duda que uno de los principales argumentos para despertar el interés de la ciudadanía europea por estos comicios será el incremento de poderes del Parlamento Europeo, única cámara, recordemos, elegida de forma directa y mediante sufragio universal por los ciudadanos de los Estados miembros, y pilar democrático de una UE cuyo principal talón de Aquiles puede que sea precisamente la legitimidad democrática de las decisiones que  emanan de instituciones comunes no elegidas directamente, como la Comisión Europea y el Consejo.  En este sentido, la «codecisión», procedimiento legislativo a doble vuelta entre el PE y el Consejo, ha pasado a ser la forma ordinaria de legislar. Además, Lisboa otorgó igualmente poder de decisión a la Eurocámara sobre la totalidad del presupuesto comunitario (anteriormente restringida a los minúsculos gastos no obligatorios).

El aumento de poderes del PE es una pieza importante para hacer ver a los ciudadanos lo decisivo de su voto, dada la influencia de lo que allí se decide para la vida diaria de 500 millones de personas en todo el Continente. Pero no es suficiente. De hecho, el incremento de poderes del PE es una constante desde el Acta Única Europea, pero ello no ha servido sino para que la abstención alcance límites verdaderamente preocupantes en sucesivas citas electorales. Lo cierto es que, aquí, tradicionalmente han entrado en juego otros factores, tales como la percepción por parte de muchos ciudadanos europeos de que los temas que más les preocupan no son competencia de la política que se hace en Bruselas. Es evidente que la crisis económica ha hecho saltar por los aires estas percepciones. Lo decían así de claro recientemente en un artículo publicado en España por El País Daniel Cohn-Bendit y Felix Marquart: «Las soluciones para esos problemas actuales tienen que ser transnacionales, o no serán nunca soluciones reales».

Un «Gobierno» europeo elegido por los ciudadanos: la elección del presidente de la Comisión

Por mucho que el incremento de poderes del Parlamento Europeo sea una cuestión importante para añadir alicientes al elector europeo, lo cierto es que aún con ello seguimos hablamos de elecciones para determinar la composición política de una cámara transnacional, pero no de elecciones «europeas» propiamente dichas. En este punto, el papel que la Eurocámara va a poder jugar en la elección del presidente la Comisión Europea sí que se presenta como una innovación para estos comicios de 2014, digna de representar un verdadero giro democrático en la legitimidad de nuestras instituciones comunes.

El Tratado de Lisboa ya incorporó una interesante aportación en este sentido, al modificar el art. 17.7 del Tratado de la Unión Europea, estableciendo que el presidente de la Comisión debía recibir el visto bueno de la mayoría reelegida de la Eurocámara. De este modo, se articulaba una relación directa entre el resultado de las elecciones al PE y la elección del candidato a presidente de la Comisión. Pero hay que matizar que el PE, aún con este artículo, no elegía en sentido estricto al presidente de la Comisión, que continúa siendo propuesto por el Consejo, por más que sí se refuerza la participación de la Eurocámara en su nombramiento.

El giro democrático del que hablábamos se ha producido más recientemente, con una  auténtica innovación: el hecho de que los partidos políticos que concurren a las elecciones deban nombrar al candidato que apoyan para presidir la Comisión. El objetivo es que los candidatos a presidente de la Comisión tengan un papel más destacado en la campaña, debiendo presentar su programa y participar en debates públicos en todos los Estados miembros. Esta campaña, con candidatos visibles a presidir el ejecutivo de la Unión, que deban explicar su programa político, sí que puede generar un debate europeo en toda regla (superando las clásicas campañas centradas en temas domésticos o como examen a medio plazo para los partidos que gobiernan en cada Estado miembro) y despertar la atención de los ciudadanos en clave común sobre los temas que nos preocupan como europeos (el empleo, la economía, las políticas sociales…).

Esta propuesta, lanzada por la Comisión hace unos meses, bien recibida por los partidos políticos europeos, y avalada por el Parlamento Europeo en una Resolución aprobada el pasado mes de julio (ver el texto completo) pasa por alcanzar un acuerdo común entre el Consejo y el PE.  El objetivo de la Eurocámara, como no puede ser de otra forma (si no, no se entenderían las motivaciones de esta propuesta) es que el candidato a presidente de la Comisión presentado por el partido que obtenga más votos en las elecciones sea el primero que se tenga en cuenta para ocupar el cargo.

Más protagonismo para los partidos políticos paneuropeos: otra asignatura pendiente

Hemos comentado en artículos anteriores que el desarrollo de partidos políticos verdaderamente transnacionales ha sido difícil dadas las circunstancias en las que se ha movido el proceso de integración y de toma de decisiones en la UE, donde ha primado el modelo intergubernamental, ya sea a través de las CIG o dentro del Consejo de Ministros. Ello ha tenido como resultado el refuerzo del papel de los Ejecutivos nacionales a costa del poder de influencia y de control de los parlamentos y de los partidos políticos. Ha faltado en este punto que los partidos ejerzan como vehículo para impulsar una genuina elección “europea”. Puede que esto empiece a cambiar con la campaña de las elecciones de 2014, en la que los partidos políticos  pueden jugar un papel más destacado, no solo por el hecho de tener que dar su apoyo a un candidato a la presidencia de la Comisión, sino por otra innovación importante: que incluyan en las papeletas electorales el partido político europeo al que están adscritos, así como el logotipo cuando proceda. Una campaña así, con estas reglas de juego, sí que empieza a cobrar dimensión europea.

Primarias y listas paritarias

Además de esta recomendación (algo que no se ha hecho hasta ahora en ningún Estado miembro), el PE también solicita a los partidos que apliquen procesos transparentes y democráticos en la elección de los integrantes de sus listas (procesos de primarias). De igual forma, apuesta por mayor presencia de mujeres en las listas electorales, para que se garantice una representación paritaria. Actualmente, el número de mujeres que componen la Eurocámara es del 35 %.

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Un rumbo político para la UE

Aún con todas estas cuestiones que se han puesto sobre la mesa, sin duda importantes para mejorar la legitimidad democrática de la UE, reactivar la participación y el interés de la ciudadanía por los comicios europeos, y lograr impulsar un debate de calado sobre temas comunes, será difícil que estas elecciones, aunque más «europeas», sean decisivas de algún modo para fijar el futuro de la Unión Europea. Para ello será necesario algo más que unas elecciones para decidir la composición política de una cámara o el presidente de una institución común como la Comisión. La respuesta europea ante los retos que se presentan ante ella no será posible mientras no fije su rumbo político, arrinconado desde hace mucho tiempo ante una integración económica también, como se ha demostrado, incompleta. Es posible, y deseable, profundizar en la integración, pero mediante la apertura de un proceso constituyente altamente participativo, amplio y profundo del que surja una Constitución europea que otorgue la legitimidad suficiente a las instituciones comunes y en el que, en definitiva, Europa (sus ciudadanos, su sociedad civil, sus partidos políticos…) en un ejercicio de democracia deliberativa decida en qué se va a convertir.

Artículos relacionados en este mismo blog: 2014 ¿Las primeras elecciones europeas?

«Upgrading Europe»: la Unión Europea del siglo XXI

 «Upgrading Europe» es un proyecto ideado y dirigido por la Doctora Susana del Río Villar, que nació hace pocos meses, en 2012, con la mirada puesta en una Unión Europea cuyo principal reto para este siglo XXI es «dar visibilidad» a sus logros, a sus «historias de éxito». Frente a la desconfianza, la pérdida del optimismo, que cada vez se aprecia en mayor medida entre los ciudadanos en su actitud ante el proyecto europeo, la UE necesita, según la Dra. del Río, «revalorizar» su imagen, mejorando la calidad democrática de su proceso político. Pero esta nueva política europea solo puede construirse para los ciudadanos y con los ciudadanos.

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«Es el momento» de poner en marcha una iniciativa de este tipo. Así lo expresaba en una reciente entrevista para el programa Europa 2012 de RTVE, la Dra. Susana del Río. «Upgrading Europe», destacaba su autora, aspira a unir ámbitos de participación, buscar sinergias entre distintas esferas, dando valor a las ideas de todos: políticos, instituciones europeas, mundo académico, sociedad civil, ciudadanos, medios de comunicación… Justamente ahora. Cuando estamos inmersos en el Año Europeo de los Ciudadanos, centrado en la democracia participativa y los derechos asociados al estatus de la Ciudadanía de la Unión. Y precisamente, con las elecciones europeas de 2014 en el horizonte inmediato. Unos comicios en los que Europa se juega mucho en el terreno de la participación.

Todos los detalles de este proyecto, al que tendremos que prestar mucha atención de aquí a 2015, nos los desgranará en una entrevista, que publicaremos en breve, la Dra. Susana del Río, experta en participación ciudadana y comunicación europea. Será una magnífica ocasión para volver a charlar con una de las académicas más implicadas en el estudio del proceso participativo en la UE en unos momentos clave como los que vivimos, en los que la UE busca y precisa más que nunca de un proceso de apertura y legitimación democrática a través de la implicación de los ciudadanos en las políticas y los procesos de toma de decisiones.

Mientras tanto, aprovechamos para reeditar una de las mejores entrevistas de las que hemos podido disfrutar en este blog. Una amena charla en la que la Dra. del Río nos habló con optimismo y actitud constructiva sobre las posibilidades de promover una ciudadanía europea más activa en ámbitos que ya son fundamentales en la comunicación europea, como Internet, los Blogs y las Redes Sociales; a través de la educación, instrumento fundamental para transmitir y dar a conocer los valores y los «hitos» de la unidad europea; las posibilidades de la Iniciativa Ciudadana Europea como motor de participación; y, sobre, todo, como nos explicaba entonces nuestra protagonista, destacando las virtudes de esa Europa en «constante movimiento», llena de un «dinamismo» del que se pretende que se contagien también los ciudadanos europeos, uno de los principales objetivos, por cierto, de iniciativas como «Upgrading Europe».

Susana del Río: «Europa es un proyecto lleno de pasión»

ENTREVISTA 27.09.2010

La Unión Europea es un proyecto único, complejo y lleno de retos. Comunicar Europa, acercarla a los ciudadanos y conseguir una mayor participación de estos en todos sus ámbitos de actividad no podía ser una empresa menos difícil. ¿Es un problema de lejanía? ¿La información es demasiado compleja? ¿Demasiado escasa? ¿Es una cuestión de enfoque? Sobre todos estos temas hemos charlado precisamente con la Doctora Susana del Río, experta en participación ciudadana y comunicación europea, y una de las personas más activas en estos ámbitos dentro y fuera de nuestro país. Europeísta de vocación, ve el proyecto europeo como una «pasión», admira su «ritmo» y su capacidad para estar en constante «movimiento». Para Del Río, esa Europa en constante transformación está cada vez más cerca de los ciudadanos, «pero todavía no lo saben». Por ello, es imprescindible una comunicación europea continua, información «útil y sencilla» sobre los temas que nos preocupan, y, lo más importante, en toda su dimensión, lo que la Dra. del Río llama comunicar en «versión europea».

Ciudadanía activa y comunicación europea

P. Los ciudadanos europeos, en un gran porcentaje, siguen viendo la UE como algo lejano, su funcionamiento como algo complejo y su trabajo como algo que poco les afecta a sus vidas. ¿Cómo se invierte esta situación?

R. Pienso que para conseguir que los ciudadanos vean que Europa está en su día y que la Unión Europea ha pasado de estar en nuestra realidad a ser nuestra realidad es importante que reciban información útil y sencilla sobre temas que les preocupan. Una información práctica de Europa para que los ciudadanos conozcan la capacidad de Europa en su día a día, que la Unión Europea es útil y que “practican” Europa desde que se levantan hasta que se van a descansar.

P. ¿Cree que la falta de interés es ante todo falta de información? En ese caso, ¿quién tiene la culpa de esto, las instituciones europeas, los medios de comunicación, los ciudadanos…?

R. En mi opinión ya no es tanto un problema de cantidad de información europea, lo que sucede es que la información no llega en clave europea y los ciudadanos la continúan percibiendo como nacional. Quizás en vez de pensar en quién es el “culpable” habría que centrarse en los procesos. Por ejemplo, durante la campaña de comunicación emprendida por el Parlamento Europeo para las elecciones europeas 2009 los medios estuvieron muy activos dando información y muy presentes, lo que sucedió es que al llegar la noticia a cada país se producía una “nacionalización” de los ejes principales de la campaña. Está bien explicar cómo afecta una decisión europea en cada país, pero lo que no ayuda es ver un debate en el contexto de las elecciones europeas y que cueste encontrar esa dimensión europea. Durante algunos debates yo hice el ejercicio de recoger cuántas veces los políticos hablaban de Europa y de lo que su partido haría en relación a los temas presentes en la campaña. Incluso para mí que me dedico a temas europeos, era difícil “rescatar” de los debates palabras e ideas de amplitud y de visión europea.

SUSANA DEL RÍO: «El problema es que la información no llega en clave europea y los ciudadanos la continúan percibiendo como nacional»

Un elemento importante es que la información no puede ser “express”. Para que las personas puedan ver Europa «de calle» y “tocarla”, una Europa tangible, la información y la comunicación con los ciudadanos tiene que calar poco a poco, como la lluvia fina. Es clave la continuidad en la información.

P. La UE está apostando fuerte por incrementar su presencia en Internet: las páginas web de las instituciones, redes sociales, blogs.. pero, ¿qué ocurre con la ciudadanía europea que no está conectada?

R. Pues que no todo es conexión vía Internet. Los blogs, por ejemplo, están desarrollando un espacio diferente para difundir Europa y llegar a muchísimas personas. Sigo con atención bastantes blogs europeos desde hace tiempo e incluso escribo en alguno y veo que tienen una capacidad grande de llegar a muchas personas. Este blog es un buen blog. Lo que más me gusta es cómo cada autor transmite con su personalidad y no sólo en los posts que escribe sino en el nombre del blog, en la estética de su página de presentación, etc.

Pienso que las e-democracia, e-participación, e-comunicación sin duda son una revolución social y comunicativa, que lo “ciber” está bien y que es un recurso muy importante para que los ciudadanos se conecten a Europa. El mundo digital abre multitud de posibilidades y de fórmulas, es algo realmente impresionante, pero por encima estarán siempre la Democracia, la Participación y la Comunicación. Y quiero destacar una cosa: no me gusta el concepto de ciudadanía digital, las personas, los ciudadanos, la ciudadanía, pienso que no se ensamblan bien con digital. Con esto quiero decir que es importante no “perder el norte” y por supuesto aprovechar el gran caudal digital que es la Red, pero combinarlo con los canales tradicionales. Por ejemplo, es importante que las noticias sobre Europa aparezcan más en la prensa escrita en un lugar directamente identificable al abrir el periódico, que en la radio haya más espacios con noticias en “versión europea” y que la Unión Europea y sus instituciones se vean cada vez más en los telediarios, también considero clave la emisión del programa Europa 2010 de TVE en horarios de mayor audiencia. Lo visual es muy importante.

SUSANA DEL RÍO: «También hay que dar mucha atención a la educación, que nuestros hijos conozcan Europa y que son europeos. La educación europea tiene un valor integrador con mucho potencial».

Cuando me preguntan qué pasa con la comunicación europea siempre destaco que seguramente lo más importante es el equilibrio, comunicar con equilibrio, en el contenido y en la forma. Los contenidos son esenciales, saber qué se quiere comunicar y a quiénes, pero también la forma: comunicación digital, comunicación en prensa, en televisión etc. Sin olvidar lo enriquecedor que es comunicar cara a cara. Cuando un ciudadano puede ver enfrente de él a un eurodiputado respondiéndole a una pregunta en un debate ve mucho más en sus ojos y en su expresión que en una pantalla.

Participación ciudadana tras el Tratado de Lisboa

P. Se afirma que el Tratado de Lisboa va a suponer un paso decisivo para construir la «Europa de los ciudadanos» ¿hasta qué punto cree usted que el nuevo Tratado colma todas las expectativas en lo que a participación ciudadana se refiere?

R. El Tratado de Lisboa recoge la esencia del Proyecto de Constitución europea y, por ello, está cerca de los ciudadanos y de los asuntos de actualidad. Por supuesto que habrá que avanzar más dentro de un tiempo pero hay algo muy democrático y profundamente ciudadano en el Tratado de Lisboa y es el aumento de poder del Parlamento Europeo. Si el PE tiene más poder también los ciudadanos.

P. Usted ha participado activamente en la configuración de la Iniciativa Ciudadana Europea ¿qué destacaría de la Iniciativa?

R. Hay que ser muy cuidadoso con la implementación de la Iniciativa, el equilibrio interinstitucional y la manera de presentarla. Ya que su nacimiento y desarrollo han sido ejemplares en muchos aspectos hay que conseguir ahora una gran coherencia en su implementación y puesta en marcha. Aquí también hay que transmitir muy bien qué es la Iniciativa y cuáles son sus estadios.

Cuando la Iniciativa Legislativa Ciudadana se incluyó en el párrafo 4º, artículo 47, del Proyecto de Constitución europea sin duda fue un logro, una conquista de las organizaciones de la sociedad civil junto con miembros de la Convención europea. Para mí, algo muy importante de la Iniciativa es la comunicación transversal entre organizaciones, eurodiputados, mundo académico desde el 2002. La movilización y el debate transnacional europeo.

P. Además de herramientas como la iniciativa popular, ¿qué otras oportunidades existen para participar? ¿Qué podemos hacer los ciudadanos para ayudar a construir Europa?

R. Hay muchas oportunidades para participar y el ciudadano puede elegir si participar activamente en foros, debates etc. y además en las citas de las elecciones europeas o si va a participar con su voto pero no se va a “enganchar” a debatir sobre Europa.

SUSANA DEL RÍO: «Lo que está claro es que la comunicación responsable impulsa participación responsable y que la participación articula sociedad, creo que esto es algo que deberían tener muy presente los políticos».

Para ayudar a construir Europa lo importante es que los ciudadanos estén estrechamente unidos a la Europa de la solidaridad porque la solidaridad es movilizadora y además de ser un concepto y una acción humanitaria tiene una capacidad multiplicadora de información destacable. Pienso que, aunque con mucho por trabajar cada día, este camino está muy bien andado por las ONG.

Todo es válido. Creo que lo importante es despertar en los ciudadanos la curiosidad por Europa y encender el “chip” europeo porque si lo conseguimos, los ciudadanos buscarán información en las web de las instituciones europeas, en los medios y en los blogs, y buscando información también se está participando.

Ciudadanía de la Unión Europea

P. En cuanto al conjunto de derechos que integran la Ciudadanía de la Unión ¿no es una decepción que ni en la Constitución Europea, ni después con Lisboa, se haya apostado por reformar un contenido que data del Tratado de Maastricht?

R. En mi opinión, la Ciudadanía europea está llena de contenido. Es un concepto amplio e integrador. Pienso que más que reformarlo lo que hay que hacer es explicarlo bien, que es un concepto con gran proyección y con unos derechos, que está vinculado a los valores de la Unión Europea, que su anclaje es sólido y que si alguien se lo salta la Unión Europea tomará voz común no permitiendo que no se respete. Aquí de nuevo resalto el poder catalizador de ciudadanía activa de la solidaridad.

La ciudadanía europea abarca la ciudadanía múltiple y las múltiples ciudadanías. Es única, y también numerosa, uno de sus pilares es la riqueza de la diversidad. La ciudadanía europea tiene círculos concéntricos que además están comunicados. El título de una ponencia que di este verano en El Escorial era: “Ciudadanía europea, ¿más lejos, más cerca?”, ¿sabe cómo comencé mi intervención?: “Ciudadanía europea, ¿más lejos, más cerca? Más cerca pero los ciudadanos todavía no lo saben”.

Futuros proyectos

P. Usted es una persona muy activa en el ámbito  de la participación ciudadana y la comunicación europea ¿en qué proyectos está trabajando ahora? ¿nos podría adelantar algo?

R. A mi me encanta lo que hago, Europa es mi trabajo y también mi vocación. La Unión Europea, y lo digo completamente convencida, es un proyecto lleno de pasión. Veo el proyecto europeo como un Proyecto, sí, un proyecto. Y así tiene que seguir siendo para renovarse, reiniciarse, actualizarse. Hay que hacer nueva política europea en el contexto de una gobernabilidad europea y global. He dicho en otras ocasiones que me gusta mucho de Europa su ritmo, siempre se está moviendo. Me encantan la política como doctrina y la gran política y la Unión Europea es un ejemplo de gran política. Europa se amplía, continúa integrando países y, al mismo tiempo profundiza en su proceso de integración. Ese movimiento me sorprende cada día.

SUSANA DEL RÍO: «Me gusta mucho de Europa su ritmo, siempre se está moviendo»

Sobre mis futuros proyectos le voy a hablar de dos: “Europa en Red”, con un espacio, Europa Mueve la Red, dedicado precisamente a la interactividad, al intercambio de ideas y de información, opiniones, donde los blogs van a tener un lugar bien estructurado. La web estará preparada en unas dos o tres semanas.

Y comienzo una nueva etapa profesional en un nuevo Instituto, el Instituto de Gobernanza Democrática (www.globernance.org, del que pronto será visible toda la información. Mi trabajo será la coordinación académica del programa para Europa del Instituto. Seguiré además con mi perfil de Investigadora. Ya tengo pensados los primeros debates, publicaciones en distintos idiomas, las vinculaciones con instituciones, personas y entidades con las que colaboro desde hace años y, como siempre, la unión de esferas, institucional, académica, de organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación etc. También tendréis vuestro lugar los blogs europeos. Estoy muy contenta con esta nueva etapa en mi trayectoria profesional. Además de los objetivos y ejes sobre los que comienza a andar el Instituto y las entidades, Universidades y Fundaciones vinculadas, sus dos impulsores, el Filósofo Daniel Innerarity y el Profesor Juan José Álvarez, son dos personas a las que conozco desde hace tiempo, con un gran valor tanto profesional como personal, es para mí un orgullo trabajar con ellos, aprenderé mucho, y además podré hacer mi aportación, muy europea, al Instituto.

Estoy contenta. Me gusta aprender cada día y Europa es un buen lugar para aprender cada minuto.

Más sobre nuestra protagonista

Susana del Río Villar (Madrid, 1966) es Licenciada en Filosofía y Letras, Geografía e Historia. Doctora en Ciencias Políticas y Sociología y Premio Extraordinario de Doctorado en Ciencias Sociales y Jurídicas. Es consultora en temas de participación ciudadana y acción comunicativa europea. Fue miembro de los Grupos de contacto de la sociedad civil en el Parlamento Europeo para la elaboración de la Constitución europea por la Convención y moderadora-relatora de la primera Ágora del Parlamento Europeo. Miembro del Comité de expertos de la Comisión Europea en Science, Society and Governance y del programa marco en Citizens and governance in the knowledge based society, “Democracy in a supranational context”. Forma parte del “Team Europe” de la Comisión Europea. Es miembro del Club de Roma. Colaboradora del Real Instituto Elcano (RIE), del Movimiento Europeo y de organizaciones entre las que destacan la Fundación Luis Vives y la Red Extremeña de Información Europea (REINE). Fue responsable de contenidos de las Consultas europeas a la ciudadanía en 2007 y Coordinadora del grupo de observadores de las Consultas europeas 2009. Autora de numerosas publicaciones, entre las que destacan, como coordinadora y co-autora, Europa: el estado de la Unión (Aranzadi, 2006), y Ciudadanía activa en Europa. Proceso participativo y nuevos espacios para la comunicación (Difusión Jurídica y temas de actualidad, 2008). Conferenciante en diversos seminarios y debates. Tiene entrevistas en prensa y radio así como en distintos programas de televisión como el programa “Europa 2010” de TVE. Es, además, profesora invitada por distintas Universidades y Cátedras Jean Monnet, y asesora de organismos gubernamentales en asuntos europeos. Desde octubre de 2010, Investigadora-Coordinadora académica para el programa Europa del Instituto de Gobernanza Democrática.

América Latina y el Caribe y la Unión Europea: trabajar juntos también en la Educación

A finales del mes de enero, se celebró en Santiago de Chile el séptimo encuentro entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, ahora llamada Cumbre CELAC-UE, que ha supuesto otro importante paso adelante en la relación estratégica inaugurada en Río de Janeiro en 1999. Desde entonces, el diálogo político entre estas dos regiones en diversos ámbitos no ha hecho sino afianzarse, siempre con la mirada puesta también en el proceso de integración regional dentro de América Latina y Caribe, aún incipiente si lo comparamos con la unificación europea.

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De izquierda a derecha: Van Rompuy, presidente del Consejo de la UE; Sebastian Piñera, presidente de Chile; Barroso, presidente de la Comisión Europea. Imagen de la I Cumbre CELAC-UE

La UE ha sido, de hecho, una de las principales promotoras de la integración regional en América Latina y el Caribe (ALC). También es el principal cooperante en la Región; primer inversor directo y segundo socio comercial. La idea de establecer un diálogo permanente con la UE surgió en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile en 1996. Una iniciativa que lanzó el Gobierno español, entonces dirigido por José María Aznar, y que fue posteriormente refrendada por las Instituciones europeas.

Las dos regiones, aliados clave, y naturales, si tenemos en cuenta los estrechos e históricos lazos políticos, económicos y culturales entre ambas, no han hecho sino afianzar desde finales de los noventa la cooperación bilateral, también profundizada dentro de cada una de las regiones, con acuerdos estratégicos entre la UE y, por ejemplo, América Central, el Caribe, Países Andinos, Mercosur, etc. En esta primera Cumbre CELAC-UE, la relación entre las dos regiones cobra especial importancia, ante los retos económicos y sociales que deben afrontar ya entrado el siglo XXI. Especialmente ante la crisis económica que azota al Continente europeo, donde cada día aparecen nuevos nubarrones (véase Chipre), y las dificultades para revitalizar nuestros motores de crecimiento, volver nuestra mirada al dinámico Continente Latinoamericano se presenta como vital.

La asociación estratégica ALC-UE ha venido abarcando distintos ámbitos de actuación:  asuntos políticos; económicos y comerciales; culturales, educativos y humanos. Entre las principales conclusiones de esta I Cumbre CELAC-UE destacar dos documentos imprescindibles: la Declaración de Santiago, y el Plan de Acción CELAC-UE 2013-2015, en el que, como principal novedad, se crea un diálogo birregional en materia de género, incluyendo esta perspectiva en la cooperación entre las dos regiones.

Otra de las principales novedades de este encuentro ha sido la incorporación del mundo académico al diálogo, celebrándose de forma paralela a la cumbre política una cumbre académica, que se suma a las ya tradicionales cumbre empresarial y foro de la sociedad civil. La primera Cumbre Académica CELAC-UE reunió a representantes de más de 300 instituciones académicas -universidades, institutos y centros de investigación- de América Latina, Caribe y UE, destacando este ámbito de colaboración con un pilar en las relaciones con la UE.

Comitiva académica integrada por el rector de la Universidad Central y presidente del Comité de Honor de la Primera Cumbre Académica CELAC- UE, Rafel Rosell; la secretaria general del Instituto de las Américas, Helene Harter; y el director ejecutivo del Celare, Héctor Casanueva, entregó este domingo la Declaración de Santiago a los ministros de Relaciones Exteriores reunidos en el marco de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la zona eurolatinoamericana. Fotografía tomada de la web http://www.cumbreacademica-alcue.cl
Comitiva académica integrada por el rector de la Universidad Central y presidente del Comité de Honor de la Primera Cumbre Académica CELAC- UE, Rafel Rosell; la secretaria general del Instituto de las Américas, Helene Harter; y el director ejecutivo del Celare, Héctor Casanueva, entregó este domingo la Declaración de Santiago a los ministros de Relaciones Exteriores reunidos en el marco de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la zona eurolatinoamericana. Fotografía tomada de la web http://www.cumbreacademica-alcue.cl

Fruto de este encuentro académico, surgió la «Declaración de Santiago sobre cooperación universitaria en educación superior, ciencia, tecnología e innovación», un documento que fue entregado a los Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la cumbre, en total  61 países. Esta Declaración propone crear un sistema de acreditación de la educación superior común para toda la Región, y que cuente con parámetros e  indicadores de calidad y excelencia en investigación, formación e internacionalización. Un proceso de «Bolonia» para América Latina y Caribe, que busca estrechar la cooperación en este ámbito dentro de la región y con la UE: con el  establecimiento de acreditaciones, homologaciones y reconocimientos de títulos y grados; impulsando y facilitando la movilidad y los intercambios para estudiantes, académicos y entre universidades; estrechando lazos en la cooperación científica y tecnológica; y fortaleciendo, entre otros aspectos, la relación entre universidad y empresa.

Gran noticia, sin duda, que la idea de «trabajar juntos» en el ámbito educativo y académico haya alcanzado la notoriedad que se merece en esta I Cumbre ALC-UE. La cooperación en el área de la educación, así como los programas de intercambio estudiantil y las oportunidades de formación dentro de todo el espacio de la UE han sido una de las principales «historias de éxito» del proceso de la integración europea. No podían ser menos en la asociación y diálogo entre los países de América Latina y el Caribe, y de estos en su conjunto con la UE.

Enlaces de interés sobre la I Cumbre CELAC-UE: 

Ministerio de Asuntos Exteriores de Chile

Servicio Europeo de Acción Exterior. Relaciones de la UE con América Latina y el Caribe.

Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa – CELARE

«Desafíos para la relación estratégica Celac-UE». Columna de opinión de Héctor Casanueva, director ejecutivo de CELARE. (Diario La Tercera, Chile).

Cumbre Académica CELAC-UE 2013

2014 ¿Las primeras elecciones «europeas»?

Este martes, la Comisión Europea nos sorprendía con el anuncio de una recomendación dirigida a los partidos políticos europeos en la que les pedía que designaran a su candidato a presidente de la Comisión en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, que tendrán lugar en mayo de 2014. Barroso, actual jefe del Ejecutivo comunitario, hacía de este modo una interpretación amplía del art. 17.7 del Tratado de la Unión Europea, enmendado en la reforma de Lisboa, que establece una relación directa entre el resultado de las elecciones europeas y la elección del candidato a la presidencia de la Comisión.

European Commission President Barroso holds a news conference on the financial crisis in Brussels

Lo cierto es que ese artículo lo que aportaba, en principio, era una mayor intervención de la Eurocámara en el nombramiento del presidente de la Comisión, que no es «elegido» en sentido estricto por la Cámara, ya que es propuesto por los Estados miembros en el Consejo Europeo, teniendo que pasar el trámite del visto bueno de los eurodiputados. Pero, de algún, modo, este mecanismo reforzaba la legitimidad de su designación, al ser investido por la reelegida mayoría del Parlamento Europeo.

Con este anuncio, se da un paso más hacia el objetivo, siempre presente, de que sean los ciudadanos quienes elijan directamente al presidente del «Gobierno» de la UE. Con ello, se pretende, esencialmente, aumentar el atractivo y participación de los ciudadanos en una elección mermada por el escaso interés que despierta entre la ciudadanía. Todo ello en unos momentos especialmente difíciles como los que se viven en la UE, cuyas decisiones precisan más que nunca de la legitimidad que debe otorgarles la voluntad popular.

Unas elecciones de «segundo orden» 

La baja participación testada en sucesivas elecciones al Parlamento Europeo ha sido interpretada en relación a la propia naturaleza y características de estos comicios. La literatura sobre el tema es extensa (Weiler, Haltern & Mayer, 1995; Reif y Schmitt, 1980; Reif, 1985) y nos habla de una elección determinada tradicionalmente por la agenda política nacional; una suerte de examen a medio plazo para el partido nacional de turno que está en el poder. Es por ello que se las conoce como unas elecciones de «segundo orden», es decir, de importancia menor a ojos de los partidos (que prefieren centrar la campaña en discursos más nacionales que de nivel europeo), de los medios de comunicación y del electorado, en comparación con las de «primer orden», las elecciones nacionales.

La alta abstención que se registra en las elecciones europeas viene determinada, principalmente, porque sus resultados han tenido escasas consecuencias en el proceso político europeo, ya que no suponen un reparto de poder, es decir, la expectativa imprescindible de cambiar un Gobierno por otro o, como lo expresan Weiler y sus colegas: «to throw the scoundrels out». La idea de alternancia es esencial en el juego democrático. Ello no ha existido en la UE. ¿Hasta ahora?

¿Las primeras elecciones «europeas» ?

No le falta a razón al Ejecutivo comunitario, cuando destaca que las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 «serán especialmente importantes para la UE», porque la crisis económica y financiera precisa de una respuesta europea, así como avanzar para solventar los desajustes entre la política monetaria común y las políticas fiscales, avanzando hacia una Gobernanza Económica común. Pero, por fin los líderes europeos son conscientes de que todo avance hacia una mayor integración requerirá el apoyo y la participación de los ciudadanos. Los números rojos de la legitimidad democrática de la UE, antaño sorteados con acuerdos entre élites políticas ante el consenso pasivo de la ciudadanía, son ya insalvables en la situación actual.

Resulta curioso, en este punto, indagar en algunos estudios de opinión de citas electorales pasadas para darnos cuenta de en qué medida ha cambiado la situación en la UE en todo lo que concierne a las preocupaciones de los ciudadanos y su relación con los asuntos que se manejan desde Bruselas. Un Eurobarómetro pre-electoral del verano de 2004 nos mostraba que los ciudadanos europeos percibían un escaso impacto de las actividades de la UE en sus vidas, algo que, sin duda, restaba trascendencia a estos comicios, influyendo en la decisión de ir o no a votar. De dicho estudio se desprendía que la actividad y políticas de las instituciones nacionales, en primer lugar, seguidas de las regionales y locales, tenían un mayor impacto en la vida de los ciudadanos visiblemente por encima de la UE en su conjunto. Está claro que la crisis económica y la respuesta de la UE a esta crisis ha fulminado tales percepciones.

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Otro factor a tener en cuenta es que estamos ante los primeros comicios tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que incorporó reformas institucionales reseñables en lo que respecta a la democratización del proceso de toma de decisiones, con un Parlamento Europeo erigido por fin como poder legislativo a la altura del Consejo, con la extensión de la codecisión como «procedimiento legislativo ordinario». Aunque lo cierto es que la experiencia nos ha enseñado que las consecuencias de estas reformas tienen sus «límites» si las analizamos desde la óptica de la percepción ciudadana.

A mayores poderes del Parlamento Europeo, mayor abstención 

Históricamente, la legitimidad que un Parlamento electo y reforzado en sus poderes en las sucesivas modificaciones de los Tratados ha  aportado al conjunto del sistema institucional comunitario está sin duda mermada por la baja participación en sucesivas citas electorales, un hecho ligado al escaso conocimiento que la ciudadanía en general ha tenido, y tiene, de tales avances «democráticos». Lo cierto es que desde 1979 (fecha en que se elige por primera vez por sufragio universal la Eurocámara) hasta la fecha, las elecciones al Parlamento Europeo no hacen sino confirmar la negativa correlación entre el aumento de facultades del Parlamento y la progresiva baja participación en los comicios.

Paradójicamente, lejos de aquella idea que colocaba al Parlamento Europeo y su «empoderamiento» como el factor clave para aumentar la legitimidad de la UE, las elecciones europeas no han hecho sino aumentar la visibilidad del déficit democrático.

En 1979, cuando el Parlamento Europeo está dotado apenas con poderes de supervisión sobre la Alta Autoridad de la CECA y el derecho a enmendar una mínima parte del gasto comunitario, la participación llega al 63%. En el 89, después de que el Acta Única Europea introdujera los procedimientos de cooperación y de dictamen conforme y favorece el rol consultivo de la Cámara, la participación desciende dos puntos y medio respecto a las del 84, situándose en el 58,5%.

Las primeras elecciones tras el Tratado de Maastricht, celebradas en 1994, confirman la tendencia a la baja (56,8%), a pesar de ser la primera reforma de los Tratados en la que se decide equiparar la autoridad legislativa del Parlamento con la del Consejo en las quince materias a las que se aplica la codecisión. Aquí hay un elemento fundamental a tener en cuenta, que se explicita muy bien en los estudios europeos de opinión pública. En un Eurobarómetro posterior a la cita electoral, se recoge que solo el 37 % de los encuestados  conoce que el citado Tratado ha aumentado los poderes del Parlamento Europeo.

Las jornadas electorales de 1999, 2004 y 2009 ratifican la desconexión con la ciudadanía: la participación cae ya por debajo del umbral del 50 %.

¿Podemos esperar, entonces, que la reforma de Lisboa influya en alguna medida para aumentar la participación? Difícil poder afirmarlo, teniendo en cuenta, además, que el último Eurobarómetro confirma el desconocimiento persistente de los ciudadanos europeos, sin ir más lejos, sobre sus propios derechos de participación política, o de otro tipo, ligados al estatus de la Ciudadanía de la Unión.

Por lo tanto, cabe esperar que, a la hora de aumentar el interés por las elecciones europeas sea más importante pensar que estas elecciones pueden ser trascendentes para elegir al presidente de la Comisión Europea, y, por descontado, para decidir el modelo europeo de respuesta a la crisis económica, que, por primera vez, estará en la agenda de los partidos en la campaña, por encima de las clásicas disputas y circunstancias meramente nacionales.

Hablando de partidos políticos…

El «déficit» de partidos políticos europeos 

El desarrollo de partidos políticos verdaderamente transnacionales ha sido difícil dadas las circunstancias en las que se ha movido el proceso de integración y de toma de decisiones en la UE, donde ha primado el modelo intergubernamental, ya sea a través de las CIG o dentro del Consejo de Ministros. Ello ha tenido como resultado el refuerzo del papel de los Ejecutivos nacionales a costa del poder de influencia y de control de los parlamentos y de los partidos políticos. Ha faltado en este punto que los partidos ejerzan como vehículo para impulsar una genuina elección «europea» (véase en este mismo blog «Partidos políticos europeos, democracia y participación«).

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El estatuto de los partidos políticos europeos está regulado por una norma de 2004, cuya renovación se viene impulsando desde el Parlamento Europeo con el objetivo de reforzar su marco legal en la legislación comunitaria, para dar mayor autenticidad a la condición transnacional de estos partidos, e impulsar un debate político verdaderamente europeo.

Precisamente en el día de ayer, la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo debatía un informe sobre este asunto, con las elecciones de 2014 en el punto de mira. El objetivo es que los partidos de la Eurocámara dejen de ser meros «paraguas» de sus matrices nacionales, dotándolos de personalidad jurídica en base al Derecho comunitario, con financiación más flexible y transparente, y un campo de actuación mayor, pudiendo participar en campañas de referendum sobre cuestiones que atañen a la UE.

¿Serán suficientes todos estos «impulsos» para que en 2014 podamos hablar, por primera vez, de elecciones «europeas»? 

Tendrán que confluir varios factores:

-La expectativa de alternancia política, con una verdadera correlación entre la voluntad popular expresada en las urnas y el presidente de la Comisión que junto a su equipo salga refrendado de la mayoría electa del Parlamento Europeo.

-El desarrollo de una campaña de dimensión europea centrada en cuestiones comunes que nos atañen a todos los europeos. Debate europeo frente a las clásicas riñas «domésticas». En España, por ejemplo, lo comicios no deberían ser un examen para el Gobierno de Rajoy, sino para la visión de ajustes, recortes y contención del gasto impuesta desde Bruselas. Votamos por un modelo europeo para salir de la crisis, que debe ser el eje esencial del discurso de los partidos en la campaña. Los partidos políticos europeos deben pasar, por ello, el examen de su discurso y alcance transnacional.

-Por último, que, si se dan estos factores, los europeos seamos capaces de ver la trascendencia de nuestro voto para el desarrollo de nuestras vidas, eligiendo un modelo de Europa que se reflejará en las políticas que implementarán nuestros Gobiernos.

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