¿Qué Europa queremos y por qué? #parlamentar2013

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Entre el 3 y el 4 octubre, la Oficina del Parlamento Europeo en España nos reunió a un grupo de blogueros, tuiteros y comunicadores «europeos» en La Granja (Segovia) para debatir sobre las inminentes elecciones europeas.  Unos comicios que se espera sean claves para el futuro de la Unión Europea, especialmente si, entre todos (instituciones europeas, gobiernos de distintos niveles, partidos políticos y, por supuesto, también los ciudadanos), somos capaces de poner los mimbres necesarios para ese tan esperado debate de dimensión europea. Digo «tan esperado» porque, a pesar de que es evidente el hecho de que los europeos debemos encontrar soluciones comunes a los problemas que compartimos, las campañas electorales para elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo no han dejado de desarrollarse tradicionalmente en clave nacional (una suerte de examen a medio plazo, como todos sabemos, para los partidos nacionales de turno en el poder).

Fue éste un tema recurrente (el del debate nacional-europeo en las elecciones comunitarias) durante los dos días que compartimos en La Granja y sobre el que pudimos charlar extensamente con dos eurodiputados, María Irigoyen (Socialistas y Demócratas Europeos) y Pablo Zalba (Partido Popular Europeo). Lo fue también la cuestión de cómo comunicar mejor el mensaje europeo para conectar con la ciudadanía, especialmente a través de las redes sociales, donde las instituciones europeas están absolutamente volcadas desde los comicios de 2009; para ello nos acompañó Bárbara Quílez, coordinadora de RRSS del Parlamento Europeo, así como expertos en e-comunicación como Mario Tascón y Alberto Ortíz de Zárate.

BVqlezTIMAAmvn7Comenzamos el encuentro, en la tarde del jueves 3, con la compañía de la eurodiputada María Irigoyen, que comenzó su intervención recordando la tragedia de Lampedusa, de la que nos estaban llegando noticias en esos momentos. Me gustó especialmente su mensaje, muy centrado en esa Europa que queremos construir, pero no de cualquier forma, sino «una Europa que coincida con nuestros ideales de progreso». Ello nos retrotrae (¿por qué será que ahora vemos estas ideas tan lejanas?) a la imagen de la «Europa social» (esa igualmente tan esperada Europa social); esa Europa de los valores y los derechos humanos, y que se erige (o eso se espera de ella) en foco de estos ideales en todo el mundo. Si perdemos Europa renunciamos a algo tan fundamental como eso (lo que nos espera es el nacionalismo, los egoísmos, la ausencia de solidaridad….); pero, ¿no nos estamos perdiendo ya nosotros mismos en esta deriva de los últimos años?

El trágico naufragio frente a la costa de la isla italiana de Lampedusa es una de las caras más negras de esta deriva de insolidaridad, indiferencia y desencuentro entre las distintas visiones sobre la Europa que queremos, en este caso sobre la política de inmigración. Ver las fronteras de Europa convertidas en cementerios para personas que huyen del hambre y la guerra es el fracaso más rotundo para los ideales europeos de solidaridad y humanidad. ¿Queremos de verdad esa Europa que se repliega sobre sí misma, como una fortaleza y muestra indiferencia o es incapaz de actuar ante legislaciones y actuaciones xenófobas? ¿Cuántas categorías de ciudadanos-personas seremos capaces de asumir? Porque ya dejamos claro que no es igual un francés que un gitano rumano; Porque ya permitimos que Berlusconi impusiera una legislación en el corazón de Europa que impedía ayudar o socorrer a un inmigrante en situación administrativa irregular; porque ya les dejamos sin asistencia médica en España…

En realidad, el status de la ciudadanía europea (sujeta a los nacionales de los Estados miembros) no ha creado sino nuevas formas de exclusión, e incluso ¿un «apartheid» europeo? La crisis económica es el caldo de cultivo ideal para reforzar estas desigualdades. Pareciera que ciertos conceptos, derechos, pierden peso en la balanza ante lo fundamental, o lo que se entiende como fundamental, y se refuerza muy especialmente esa dicotomía esencial en toda construcción de la identidad: «nosotros» y los «otros»….

15365_lgtb_He comentado antes que se espera de Europa que sea un «foco» de valores y de derechos humanos ante del resto del mundo. Pero, ¿están los derechos humanos en la agenda de las instituciones europeas a la hora de establecer relaciones bilaterales con otros países del mundo? Le consulté expresamente a nuestra eurodiputada por la deriva homófoba de Rusia y las graves vulneraciones de los derechos humanos del colectivo LGBT que se están dando en este país. ¿Qué puede hacer Europa? Lo cierto es que esta cuestión será tratada, por fin, esta semana en el pleno del Parlamento Europeo, en el que se preguntará a la Comisión que aclare si ha seguido sus recomendaciones y ha tratado este asunto con el gobierno ruso en la última cumbre UE-Rusia y en la reunión del G-20. Seguiremos mañana miércoles este debate con atención…

Si la esencia del proyecto europeo fue uno de los temas centrales de la reunión, no lo fueron menos las expectativas políticas de los próximos comicios que se celebrarán en mayo de 2014. ¿Está la cuestión europea lo suficientemente «madura» para POLITIZARSE? Es uno de los grandes interrogantes que rodea a estas elecciones europeas y una pregunta clave para analizar y pronosticar tanto una mayor y más informada participación ciudadana en los comicios, como el desarrollo de una campaña que responda a las expectativas más europeístas ¿vamos a poner sobre la mesa, al fin, nuestra visión del futuro de Europa, las distintas respuestas políticas a nuestros problemas comunes? Bajo mi punto de vista, este asunto de la «politización» de Europa tiene una vertiente positiva y otra negativa: la negativa (y ahora lo explicaré con más detalle) es que esta politización puede ir de la mano de un mayor sentimiento antieuropeísta; la positiva, es que los partidos políticos europeos (uno de los grandes déficits de la arena política comunitaria) cobren un mayor protagonismo, y consigan ser vehículos de la voluntad popular así como la participación ciudadana.

no-to-eu_thumb1Y ahora explico el por qué de esa «amenaza» antieropeísta, que cobra especial importancia con la crisis económica. Fue ya durante el un tanto tortuoso proceso de ratificación de Maastricht que algunos analistas identificaron que el proceso de integración europea estaba ya de algún modo politizándose. Aunque no sería una década después, durante el proceso de ratificación del Tratado Constitucional, cuando la cuestión de la oposición popular y política a la UE salta a la palestra pública con toda su fuerza. Los “noes” francés y holandés a la Constitución europea ratifican definitivamente la creciente brecha entre la Unión y sus ciudadanos, a la par que se hace patente que ha “despertado” lo que autores como Van der Eijk y Franklin (2004) denominaron como “the sleeping giant”, es decir, la oposición política hacia la UE.

Van der Fijk y Franklin ponen de manifiesto que la cuestión de Europa está ya de algún modo “madura para su politización”, siendo tan sólo una cuestión de tiempo que los partidos políticos se diferencien unos de otros en “UE terms”. Tradicionalmente, la UE había sido efectivamente despolitizada: no existe la posibilidad de organizar una oposición dentro del sistema, ni tampoco una arena donde hacerlo; no es posible un verdadero debate político, ni la expectativa de alternancia en el gobierno, como tampoco una oposición que pueda apelar a los votos de los ciudadanos en unas elecciones democráticas. De ahí que el hecho de que los Partidos políticos europeos nombren a su candidato a presidente de la Comisión cobre una especial significación en estas elecciones de 2014: la expectativa de alternancia política política es esencial en toda democracia, y vital para despertar el interés de la ciudadanía por el proceso. Hasta ahora, esto no ha existido en la UE, por mucho que elijamos a un Parlamento transnacional cada vez más dotado de poderes legislativos y presupuestarios.

La Educación, como no podía ser de otro modo, salió a colación con frecuencia en el debate desarrollado en La Granja. Con María Irigoyen hablamos de la necesidad de una asignatura común sobre la historia de Europa y del proceso de integración europea, así como sobre el funcionamiento de nuestras instituciones comunes, cuyos contenidos deberían consensuarse a nivel comunitario. Aunque todos sabemos que la educación no es competencia de la UE (solo a modo de «apoyo» o «coordinación»), propuse que la Comisión sí podría realizar una recomendación en este sentido a los Estados miembros. Al final, cuestiones que han emanado de la UE, como las competencias clave para el aprendizaje permanente, han acabado incluyéndose en los curriculum escolares de los países europeos, por lo que no sería descabellado pensar en esta posibilidad.

Con el eurodiputado popular, Pablo Zalba, charlamos también sobre educación, en concreto sobre el programa Erasmus, que recientemente cumplió 25 años de existencia y ha contribuido, como bien apuntó Zalba, a «cohesionar»  la UE y despertar el sentimiento de identidad europea mucho más que ninguna otra política comunitaria. Erasmus, «la joya de la corona» europea, doblará en 2014 su presupuesto, y nuestro eurodiputado apostó además por la posibilidad de que fuera una experiencia obligatoria en el plan de estudios de las universidades europeas.

Con Zalba hablamos igualmente de ese mito sobre el Parlamento Europeo, del que muchos piensan que se ha convertido en una institución en la que colocar de algún modo los «excedentes» políticos nacionales (el denominado «cementerio de elefantes«). Nada más lejos de la realidad, porque hay muchos eurodiputados jóvenes, y otros muchos no tan jóvenes que trabajan con entusiasmo en la política europea, y lo más importante, creen en Europa. Zalba tampoco eludió debates como el de la polémica creada sobre los vuelos en primera clase (reconoció que fue una equivocación y que por ello rectificaron) que desató en redes como Twitter el hashtag «#eurodiputadoscaraduras».

Hablando de hashtags, el creado para nuestro encuentro #parlamentar2013 llegó a ser el segundo tema más comentado (TT) en Twitter en la mañana del viernes 4 de octubre, todo un éxito. Hay que felicitar por ello al estupendo equipo de comunicación y redes sociales (Aitor, Carlos…) de la oficina del Parlamento Europeo en España (que además, emitió en streaming el acto) y por supuesto, a todos los que estábamos allí. Fue estupendo volver a «parlamentar» con «europeístas recalcitrantes» (grande @PacoLuisGRX) como @jjmorante, y @didacgp. Y un placer conocer a otros como @iusufr, @monica_armada, @Iulius_86, @PatriciaGuaspB, @sllaudes, @nemosegu, @Marta_Hdez_Ruiz  y resto de compañeros que participaron en el debate.

eu2013

 

Para finalizar, os dejo con el vídeo resumen del encuentro, no os lo perdáis ¡Hasta la próxima!

(1) Referencia citada:

Van der Eijk, C., & Franklin, M. N. (2004). Potential for Contestation on European Matters at National Elections in Europe. En G. Marks & M. N. Steenbergen (Eds.), European Integration and Political Conflict (pp. 32-50). Cambridge:
Cambridge University Press.

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