Europa 2011: ¿Ser o no ser?

Hace poco más de un año que la Puerta del Sol de Madrid, justo después de las campanadas de fin de año, daba la bienvenida al 2010 y a la Presidencia española de la Unión Europea con un espectáculo de luz y sonido. Con el sabor del cava y de los polvorones aún en nuestros paladares, Europa se colaba en miles de hogares españoles con cierto aire festivo y una buena dosis ilusión de aquello que está por venir. Si bien es cierto que el turno español pasó con más pena que gloria por entre las presidencias rotatorias, no deja de ser cierto también que las circunstancias no acompañaban mucho: estrenábamos Tratado en una Europa que, con Lisboa, debía enfrentarse a muchos nuevos retos en su forma de funcionar: la presidencia de turno debía entonces aprender a cohabitar con los dos nuevos Altos Cargos de la Unión (Presidente y Ministra de Asuntos Exteriores), además de tener que ensayar el nuevo invento de las presidencias “trío”.

Pero en medio de estas cacofonías evidentes (muchas, si sumamos clásico «gallinero» de los 27), de esta arquitectura institucional sin precedentes, fue la sombra del terremoto económico lo que acabó sacudiendo Europa en 2010. Ya en el mes de febrero, la Unión preparaba el rescate de Grecia, y poco después, en mayo, se acordaba la creación de un fondo de 750.000 millones para proteger la divisa comunitaria de los ataques especulativos. Enfrascados en la mayor crisis que nuestra moneda única haya sufrido jamás, los líderes de la zona euro debían dar un paso al frente hacia un auténtico gobierno económico común: hacia un verdadero liderazgo europeo.

2010 ha sido el año de la crisis del euro, de los rescates y de las especulaciones sobre posibles rescates, con España siempre en el ojo del huracán.  La crisis de la zona euro ha puesto a Europa frente a sus propias contradicciones, cara a cara con su dilema esencial: ¿La solución es una Europa de varias velocidades? ¿Es posible seguir sosteniendo el proyecto europeo sin un gobierno económico común? ¿Sin más integración política? ¿Ser o no ser? ¿Europa de máximos o Europa de mínimos? ¿Más Europa o adiós Europa?

2010 ha sido un año sobre todo para aprender. Para entender que hemos llegado a un punto de inflexión. Así lo ha valorado el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, en su último discurso del año: «2010 will be remembered as the year when the EU had to come to terms with the consequences of the financial crisis on its most ambitious project: the euro. Deeper integration was not only desirable for the EU: it was necessary». Es el momento de relanzar, de forma más ambiciosa, el proyecto europeo.

2010, Lisboa y la crisis económica nos han dejado también una negociación presupuestaria de las más complicadas que se recuerdan. El Parlamento Europeo, en su nuevo papel de auténtico colegislador en materia presupuestaria ha tenido que lidiar con las resistencias de un grupo de Estados a aumentar el presupuesto para 2011, dejando aún sobre la mesa la vieja cuestión de los «recursos propios» (la Comisión debe presentar una propuesta en junio de 2011) y el papel que jugará la Eurocámara a la hora de negocias las próximas perspectivas financieras plurianuales.  Finalmente se llegó a un acuerdo en la última sesión plenaria de diciembre.

Decíamos que había sido el año de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, con la configuración de dos de sus  hitos: la puesta en marcha del servicio europeo de acción exterior y la aprobación de la Iniciativa Ciudadana Europea, un nuevo instrumento de participación ciudadana que permitirá, con un millón de firmas, proponer la adopción de nueva legislación a la Comisión Europea. Eso sí, no estará en funcionamiento hasta principios de 2012.

El año de la puesta en marcha del Tratado de Lisboa y, a su vez, el año de su primera reforma, acordada por los Jefes de Estado y de Gobierno en el Consejo Europeo de diciembre: un mecanismo permanente para salvaguardar la zona euro, y que fue anunciado en exclusiva, y para sorpresa de todos, por el propio Van Rompuy en su cuenta de twitter: «The member states whose currency is the euro may establish a stability mechanism to be activated if indispensable to safeguard the stability of the euro area as a whole. The granting of any required financial assistance under the mechanism will be made subject to strict conditionality».

La política exterior de la UE también ha dado mucho que hablar este año. No sólo por el nuevo servicio de acción exterior, sino más por las dudas que genera la jefa de la diplomacia europea, la británica Catherine Ashton, o aún más por la polémica generada en torno a la posibilidad de que la UE cambie su posición común hacia el régimen de Cuba. El plante de Obama durante la presidencia española  hizo correr también ríos de tinta.

La Europa de los nuevos Altos Cargos de Lisboa ha dejado en líneas generales, bastante que desear en cuanto a liderazgo se refiere. Ni Ashton ni Van Rompuy han sido las «caras visibles» que se esperaba de ellos… Porque, en realidad, tampoco se esperaba mucho de ellos y fueron elegidos precisamente por ello: por su «perfil bajo». El trabajo del presidente del Consejo ha sido la labor seria, pausada y responsable del burócrata. ¿Necesitaba Europa otra cosa?

2010 ha sido también el año de Barroso, que se ha catapultado como lo más parecido a un líder que tiene Europa. El presidente de la Comisión fue el protagonista del primer discurso sobre el estado de la Unión, en el que habló de actuar con «mentalidad europea», señalando claramente el camino del esfuerzo y el compromiso común. El portugués, que acaba de renovar su mandato al frente del órgano supranacional de la UE, tendrá algunos años por delante para demostrar que, lejos de ser un tecnócrata, puede convertirse en ese líder reconocido y reconocible para los europeos.

De todo esto se ha hablado, y mucho, en la Europa de 2010. Seguro que me dejo muchas cosas importantes en el tintero, pero la intención era transmitir una idea fundamental: es el momento de la verdad para la Unión Europea y los líderes europeos tienen en su mano la posibilidad de salvar un proyecto más que necesario, inigualable, para los europeos y para el mundo entero. Europa es también, y sobre todo, la Europa de los derechos, de las libertades, de la igualdad, de los valores, de la paz, de la solidaridad, de la sostenibilidad, de la ayuda al desarrollo… El precio de un mundo sin Europa sería demasiado alto. El de una Europa sin unidad también.

Éste es mi deseo «europeo» para el año 2011: que Europa decida ser lo que se merece ser, lo que los ciudadanos europeos merecemos y esperamos.

La Unión Europea ante Cuba: libertad y derechos humanos por encima de todo

Parece lógico pensar que la relación que establezca la Unión Europea ante cualquier otro tercer país esté supeditada al grado de democratización de este país y de sus instituciones, al nivel de libertad del que gozan sus ciudadanos, y a la protección y salvaguarda de los derechos humanos que ejercen estas mismas instituciones democráticas. Parece también lógico pensar que, en caso de que las relaciones UE-País Tercero estén en punto muerto al no darse las citadas condiciones, tenga que producirse  un cambio de envergadura para que la Unión se replantee la «posición común» que tiene hacia dicho país, e inicie contactos diplomáticos para estudiar la normalización de las relaciones bilaterales después de supervisar que los avances son significativos y sólidos. Ninguna de estas condiciones se da en el caso de Cuba.

 

¿Hacia una posible relación bilateral con Cuba?

Trinidad Jiménez

La pasada semana, los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión, ante la insistencia de España, que estrenaba nueva ministra (Trinidad Jiménez) pero seguía con sus viejos hábitos (los antes explorados sin mucho éxito por Miguel Ángel Moratinos), solicitaron a la Alta Representante  de la Unión Europea para la Política Exterior, la británica Catherine Ashton, que explorara vías de acercamiento a Cuba e iniciara una serie de contactos con el régimen cubano para testear la posible normalización de las relaciones y un futuro acuerdo bilateral.

La propia Ashton reconocía poco después que estábamos ante un «periodo de reflexión» en cuanto a las relaciones UE-Cuba, y que diciembre sería el momento de concretar si se podría o no cambiar la llamada «posición común» europea hacia cuba. El anuncio europeo, por cierto, fue recibido con desprecio y frialdad por las autoridades cubanas.

Por su parte, la intervención de Jiménez ante sus colegas en Consejo, descrita por los presentes como «apasionada»,  se centró en la necesidad de que la UE enviara a Cuba una «señal», en respuesta a un supuesto proceso reformista iniciado por el régimen cubano y cuyo máximo exponente sería la liberación de presos políticos (no lo olvidemos, con su posterior exilio obligado) que se venía produciendo en los últimos meses.

¿Qué dice exactamente la posición común de la UE sobre Cuba?

La actual posición de la UE hacia Cuba se instauró en 1996 bajo el auspicio del recién elegido presidente español José María Aznar. Esta postura, que sólo puede ser modificada por unanimidad dentro del Consejo de la UE, puede ser revisada cada año, aunque desde el 96 ha permanecido el enfoque de exigir avances en los derechos humanos en la Isla para suavizarla. Es decir, que, básicamente, tal y como se afirma en el documento, «la Unión Europea considera que una plena cooperación con Cuba dependerá de las mejoras en el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales».

Así mismo, detalla que «el objetivo de la Unión Europea en sus relaciones con Cuba es favorecer un proceso de transición hacia una democracia pluralista y el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales, así como una recuperación y mejora sostenibles del nivel de vida del pueblo cubano».

La pregunta es: ¿el anuncio de liberación de unas decenas de presos políticos es motivo suficiente para cambiar esta  «posición común» e intensificar el diálogo y la cooperación con las autoridades cubanas?

El Parlamento Europeo y los derechos humanos en Cuba

En 1998, el Parlamento Europeo puso en marcha un mecanismo de reconocimiento y homenaje a todas aquellas personas u organizaciones que trabajan en defensa de los derechos humanos, y muy particularmente por la libertad de expresión, dentro y fuera de las fronteras de la UE, en todos aquellos lugares en el mundo donde estos principios inalienables al ser humano estás amenazados o siendo sistemáticamente ultrajados.

Guillermo Fariñas en su casa de Santa Clara, durante una huelga de hambre. Foto: Parlamento Europeo

El Premio Sájarov a la libertad de conciencia ha reconocido en tres ocasiones la lucha de la disidencia cubana por los derechos y libertades fundamentales en la Isla. El disidente político cubano Guillermo Fariñas se ha convertido, tras Oswaldo Payá (2002) y las Damas de Blanco (2005) (estas últimas no pudieron recoger el premio al no darle permiso las autoridades) en el tercer Sájarov que va a parar a la lucha por las libertades en Cuba. Psicólogo y Periodista, Fariñas, de 48 años, ha pasado once años y medio en la cárcel, donde ha llevado a cabo decenas de huelgas de hambre para protestar y concienciar a la opinión pública internacional del despotismo del régimen castrista.

Y todo ello ocurría en medio de la polémica sobre el posible cambio de la «posición común» de la UE hacia Cuba pretendido por el gobierno socialista de España, apoyado en el compromiso cubano de liberar a 52 presos políticos pertenecientes al grupo de los 75 detenidos en la Primavera Negra de 2003. Según las Damas de Blanco, hay todavía 113 presos políticos en Cuba, cuya liberación es la primera condición para suavizar la presión internacional sobre la Isla, pero no la única: hablamos de una serie de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales que no están asegurados y salvaguardados en Cuba, un lugar donde se viola sistemáticamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Para empezar, se desconoce si las autoridades cubanas darán el permiso a Fariñas para poder abandonar la Isla y recoger el premio en la ceremonia que tendrá lugar en diciembre en Estrasburgo.

En realidad, la disidencia entiende que la liberación de los presos no puede ser la única condición, hay otras muchas cuestiones que afectan a los ciudadanos que viven «en libertad» dentro de una Isla que está cerrada a cal y canto y donde disfrutas de una serie de derechos siempre y cuando seas extranjero: alojarte en un hotel o tener un teléfono móvil, sin ir más lejos. La apertura económica deber ser otro vector fundamental del «cambio» cubano.

Buzek recibe a un grupo de ex cuatro presos políticos cubanos. Foto: Parlamento Europeo

Tal y como afirmó recientemente el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek: «no existe la libertad a medias, no se puede repartir la libertad en pequeñas raciones». ¿Qué sentido tiene, como reiteró Buzek, que la posición de la UE ante Cuba está sólo supeditada a pequeños gestos como la liberación de algunos presos políticos? ¿Qué sentido tiene que estos ciudadanos cubanos sólo puedan disfrutar de los derechos humanos y libertades en el exilio y no en su propio país?

En definitiva, la UE sólo puede plantearse cambiar o suavizar su postura ante Cuba ante un cambio de envergadura que garantice las libertades y derechos fundamentales dentro de la isla y para todos sus ciudadanos. Sólo ésta puede ser la premisa: libertad y derechos humanos por encima de todo.

La Iberia de Saramago

Por Encarna Hernández

España y Portugal ¿Un futuro en común?

«Al contrario de lo que generalmente se dice, el futuro ya está escrito, lo que ocurre es que nosotros no tenemos todavía la ciencia necesaria para leerlo«. Estas palabras salieron de la pluma del escritor José Saramago en julio del pasado año, y aluden a un futuro que él ya se atrevió a predecir un par de años antes: la creación de una Federación entre España y Portugal. La Iberia de Saramago sería el resultado de una integración territorial, administrativa y estructural, pero no cultural ni lingüística. España y Portugal, unidos en la diversidad, en un proyecto común ventajoso de convivencia y desarrollo. Suena utópico ¿O no tanto?

La idea de Saramago era que Portugal se convirtiera en una Comunidad Autónoma más dentro de España, que tendría que cambiar su nombre por el de Iberia (para no ofender los egos portugueses) y sin que ello supusiera la asimilación cultural por parte de España: los portugueses seguirían hablando portugués, teniendo sus costumbres, su lengua. A nivel de organización política, habría un parlamento único, partidos políticos tanto lusos como españoles. En el terreno económico, homogeneización fiscal.

Decíamos que parecía una idea utópica, pero no tanto. Porque el Barómetro Hispano-Luso (BOHL), desarrollado por la Universidad de Salamanca arrojaba el pasado verano unas cifras impresionantes sobre el apoyo ciudadano a la creación de Iberia. Según los datos de este estudio, el 40 % de los portugueses apoyaría una unión política con España. Y el apoyo de nuestros vecinos a esta Federación sigue en aumento, pues el Barómetro de 2010 recoge el incremento del apoyo hasta el 45 %. Los españoles, por nuestra parte, parece que somos un poco más reacios a la idea, manteniéndose el porcentaje de apoyo en torno al 30 %.

Lo que se desprende de este tipo de estudios, es que los portugueses parecen más interesados en los asuntos internos de España que los españoles en lo que atañe a nuestro país vecino. Los portugueses ven en mayor medida las ventajas de integrarse con España, mientras que nosotros preferimos mirarnos en el ejemplo francés o alemán. En definitiva, entusiasmo frente a indiferencia, algo poco comprensible para dos países que comparten la Península Ibérica.

Dejando un lado las sensibilidades, lo cierto es que los datos objetivos no arrojan lugar a dudas: la unión sería beneficiosa para ambos países. Iberia se convertiría en la quinta economía de la UE, en el país con mayor extensión territorial de la UE, y el quinto en población. El peso en la toma de decisiones dentro la UE sería mucho mayor para estos países entraron de la mano en la Unión Europea, y que ahora están también rodeados de dudas en torno a su situación económica dentro la zona euro.

"Y sin embargo se mueve". Foto: El Pais Pedro Walter

La Iberia de Saramago parece aún una utopía, pero ahí están las cifras y el más que notable apoyo popular. Iberia no es un verso, ni una novela, sino la visión de futuro de un gran pensador. Porque, antes de que nos demos cuenta, puede que Iberia sea más que un sueño lejano y se convierta en una posibilidad real (quizás en un imperativo), posiblemente en una oportunidad histórica. «Sí, Iberia. E pur si muove«.

POST COLECTIVO SOBRE JOSÉ SARAMAGO: Un grupo de bloggers nos hemos puesto de acuerdo para rendir homenaje al escritor portugués José Saramago, recientemente fallecido, y qué mejor forma de hacerlo que dedicarle un artículo en nuestros blogs. En Más Europa hemos decidido hacerlo tratando el tema de la unión ibérica, pero hay una gran variedad de temáticas, dadas las inmensas posibilidades que despierta una figura como la de Saramago: poeta, escritor y hombre comprometido donde los haya. Aquí os dejo la lista de posts, no os los perdáis.

Saramago: esa dulce mirada portuguesa, de Gloria Fernández

El que calla, muere y dice, de Lisi Prada

Saramago el humano, el escritor, de Trasindependiente

Saramago, blogger, de Blas F. Tomé

Saramago creía en Obama, de Jaime García

Saramago, de Fernando María

Saramago i la ciutadania lúcida, de Enric Senabre

– Saramago, maestro de la literatura, de Cástor Olcoz

Saramago y la Unión Ibérica, de Emilio Fuentes

A Saramago, Psiquiatra de familia

Saramago, de Arco

Saramago y el derecho a la rebelión, de Merhum

Jose Saramago como Blogger, de Ciudadano Morante

La traducción de Europa según Saramago, de Alejandro Palomino

Mi padre y Saramago, de Bernardo Ramos Vañó

El Parlamento Europeo evita posicionarse sobre la situación de Aminetu Haidar

Encarna Hernández

Para los que hemos seguido de cerca el caso de la activista saharaui Aminetu Haidar, recibir la noticia de que su situación iba a ser debatida en el Parlamento Europeo nos hacía albergar esperanzas de que la Eurocámara diera el primer paso para que la UE decidiera adoptar una postura menos permisiva con Marruecos. Para los que, además de ser profundamente europeístas, como es mi caso, tenemos la convicción de que la UE debe posicionarme de una vez como un influyente actor internacional, la postura ambigua, débil, y la desunión dentro del seno de la UE respecto de la causa saharaui no puede sino decepcionarnos profundamente.

El hecho de que esta tarde, en la sesión plenaria celebrada en Estrasburgo, se haya decidido por mayoría, a propuesta de los Socialistas europeos, desechar el debate sobre esta cuestión en el que se supone es el principal foro de la democracia europea, no es sino otra decepción más que sumar a una larga lista.  Y lo que se ha rechazado debatir y votar es más que una resolución común sobre el Sáhara Occidental, y en concreto sobre la situación de Aminetu Haidar. Lo que ha hecho la Eurocámara esta tarde no es sólo lavarse las manos. Por el contrario, es una cuestión mucho más profunda, y que atañe a la capacidad de la cámara europea de representantes de ser precisamente eso, representante de los ciudadanos, garante de los derechos humanos, en Europa y en todo el mundo, y dejar de plegarse a los intereses de los Estados.

El caso de Aminetu Haidar constituye una violación flagrante de los derechos humanos; de esos derechos que reconoce la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, recordemos, documento vinculante, pues está incluido en el Tratado de Lisboa, ya en vigor; de esos derechos que en esta misma Carta, hito de la protección y garantía en la UE, se reconoce se deben proteger activamente bajo el principio de «universalidad», es decir, no sólo para los ciudadanos de la Unión, sino para cualquier residente, cualquier persona que esté en territorio UE.

¿Se evita de esta forma presionar a Marruecos? ¿Se temen las represalias, emanadas del Gobierno marroquí? ¿Se opta por no entrometerse en asuntos bilaterales? ¿Se intenta no poner en un aprieto a la Comisión Europea, al Consejo, a la Alta Representante para la PESC?

Según Martin Schulz, líder de los socialistas europeos, la razón no es otra que la siguiente: no obstaculizar el progreso de los esfuerzos diplomáticos. Afirma que Representantes de la UE están trabajando para obtener una resolución positiva e inminente del caso. Aunque la pregunta es: ¿qué ha hecho y qué está haciendo el Parlamento Europeo?

Por cierto, aquí les dejo el enlace al texto de la «urgente» propuesta de resolución común que se acordó retirar del orden del día en Estrasburgo, y en la que se pedía a Marruecos que permitiera  el regreso inmediato de Haidar al Sáhara Occidental, junto a su familia,  siéndole devuelta su documentación y exigiendo la protección de su integridad física.